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11 de diciembre de 2018

[Trazfondo] Los revolucionarios gretchins



Buenas, camaradas de profanus(...Quiero decir, lectores) perdonad el tiempo de parón, la vida, ya sabéis, espero tener un poco más de tiempo ahora en estos tiempos de navidad, y que mejor regalo de navidad que contaros una de las mejores partes que se puede encontrar en el reglamento de gorkamorka.
Pues si, como ya mencioné Angelis es un planeta muy raro, tan raro que es posiblemente el único planeta del universo del 40k que sufre una revolución gretchin.

Los Voluntarios kanijos rebeldes son una facción muy interesante en el juego de gorkamorka, son malos disparando, malos en cuerpo a cuerpo, son muy vulnerables, cobardes, están mal equipados y sus vehículos son cochambrosos(Incluso para los estándares orkos.)
Son una banda destinada a perder. Y que me aspen si no son divertidos de jugar. Los gretchins tienen la banda estilo horda, serán malos, pero los kanijos son baratísimos, y siempre habrá cola para apuntarse.

Así pues kamaradaz empezamos nuestra historia.


Diztrito Gretchin es un nombre que conjura muchas imágenes en la mente de un Orko. Para algunos es un lugar incógnito, que sugiere aventuras y combates; para otros es el símbolo de una amenaza que debe ser vigilada. El Diztrito Gretchin es el refugio para proscritos, renegados y "ekztraños" que ni siquiera las brutales costumbres de la sociedad Orka pueden tolerar. Es allí donde terminan los Orkos que injurian a los Mekánikos (y no han acabado boca abajo en los pozos de lucha). También viven allí los Matazanos y Mekánikos que han llevado sus experimentos demasiado lejos y se han ganado el título de Zumbaos, desterrados para siempre de Mekaburgo para evitar que destruyan Gorkamorka con sus armas salvajes o maten a sectores enteros de la población con una virulenta plaga preparada en su konsulta. El más importante de entre todos los parias del Diztrito Gretchin es el Komité Revolucionario Gretchin.

El KRG

El Komité Revolucionario Gretchin es un cuerpo reaccionario de Kanijos. Durante un período muy, muy largo, muchas generaciones de Orkos han sido el objetivo de una amarga campaña de odio e injurias. Desde que los Mekánikos introdujeron el sistema de las chapas para Gorkamorka (por el cual sólo podrán subir a bordo una vez comience el gran Waaagh los Orkos que tengan una chapa), ha habido quienes consideran que el sistema es injusto. La razón del descontento del Komité Revolucionario Gretchin es clara: ¡los Kanijos no pueden conseguir chapas!

Pese a trabajar duramente para los Orkos, arriesgándose a morir y a ser heridos en combate para su beneficio, los Kanijos jamás recibirán una chapa para Gorkamorka y por tanto jamas podrán ir al Gran Waaagh cuando éste vuelva a empezar. Comprensiblemente, los Kanijos consideran esta situación extremadamente injusta, y casi inmediatamente después de introducirse las chapas surgieron unos pocos bocazas que criticaron la sabiduría de los Mekánikos, manifestando su desaprobación en las calles y el Merkadillo. Estos agitadores fueron rápidamente reducidos, pero era demasiado tarde. La voz corrió como la pólvora y pronto todos los Kanijos de Mekaburgo conocían la verdad sobre el sistema, que les había sido ocultada por los Mekánikos.

¡Los Kanijoz están inquietos!
En cuanto las noticias de la cruel e insensible injusticia perpetrada por los Mekánikos llegaron a oídos de los Gretchins, empezaron a oírse murmullos de descontento. Los Mekánikos se despertaban por las mañanas para encontrar las paredes de sus talleres cubiertas de pintadas que decían "¡Chapas Para Todos!", "¡Todos Zomoz Verdez!" y "¡Mekánikos Ezkoria!". Los Mekánikos y sus matones hicieron lo que pudieron para exterminar de raíz a los descontentos, y muchos Kanijos fueron conducidos a los pozos y nunca se les volvió a ver. En vez de aplacar la revuelta, esto inflamó más aún las llamas encendidas por la opresión de los Orkos. Cada vez que los Orkos pisoteaban a los Kanijos, al día siguiente se producían el doble de incidentes. La primera gran acción de la revolución llegó el día de la Huelga.

Nadie sabe cómo se corrió la voz entre la multitud de edificios y la miríada de callejuelas de Mekaburgo, pero un día los Orkos se levantaron de sus toscas camas para descubrir que los Kanijos habían dejado de trabajar. Las cocinas no estaban encendidas, los puestos del Merkadillo no habían sido montados, las armas no se habían limpiado, las calles estaban llenas de basura, y los hornos y motores de los Mekánikos estaban fríos y en silencio. No había ningún Kanijo a la vista. Ni uno solo. Cuando los Orkos comenzaron a reunirse a los pies de Gorkamorka mirando sorprendidos a su alrededor, el viento del desierto trajo el sonido de unos cánticos lejanos.

La Marcha de la Libertad


Cientos de Kanijos marcharon por la avenida principal de Mekaburgo. Entre la multitud podían verse los desharrapados estandartes con los lemas de la revolución escritos apresuradamente en ellos: "¡Arriba, Kanijos de Mekaburgo!", "¡Fuera chapas!" "¡Keremoz Zubir!" e "¡Igualdad de Derechoz!". A medida que la manifestación se acercaba a los Orkos empezó a distinguirse su extraño cántico: "¿Qué es lo que queremos? ¡CHAPAS! ¿Cuándo las queremos? ¡AHORA! ¿Qué es lo que querernos? ¡CHAPAS! ¿Cuándo las querernos? ¡AHORA!". Las pisadas de sus diminutos pies resonaban en el silencio de Mekaburgo a medida que los Kanijos iban acercándose.

La procesión de Kanijos se detuvo a poca distancia de los Orkos congregados alrededor de Gorkamorka, y se adelantó un pequeño contingente de sus líderes, portando su estandarte de "¡Keremoz Zubir!". Los Mekánikos más importantes y respetados se adelantaron para encontrarse con ellos a mitad de camino. Tras hablar unos pocos minutos, durante los cuales las voces de ambos bandos fueron volviéndose más encrespadas y enfurecidas, los Mekánikos se alejaron y formaron un corrillo aparte para conferenciar entre ellos. Los Mekánikos discutieron durante toda la mañana, mientras los soles iban subiendo más y más, hasta que casi fue mediodía. Entonces, repentinamente, el corrillo de Mekánikos se deshizo y marcharon decididamente hacia los representantes de los Kanijos. ¡Sin previo aviso, los Orkos atacaron a sus pequeños primos, tirándoles al suelo y golpeándoles con las culatas de sus armas para luego empezar a patear sus cabezas! El mástil del estandarte fue partido con una rodilla y la brillante bandera de la revolución fue arrojada al polvo, pisoteada y escupida.

Verdes fluyen la calles

Un enfurecido grito vibró por todo Mekaburgo y los Gretchins, enfurecidos por este ataque injustificado, avanzaron en masa. Antes de que los Mekánikos llegaran a percatarse del peligro en que se encontraban fueron arrollados por la masa y desaparecieron de la vista. Los Kanijos prosiguieron la carga hasta chocar contra el grupo principal de Orkos. Sorprendidos por esta infamia, los Orkos fueron inicialmente rechazados mientras los Kanijos intentaban asaltar Gorkamorka y subir a bordo. Sin embargo, en cuanto la sorpresa inicial se convirtió en furia, los Orkos contraatacaron: desenfundando sus garrotes y rebanadoras cargaron sobre los Kanijos y se inició un violento combate.

Los Orkos, al ser más grandes, derribaron a muchos de sus enemigos, pero los Kanijos estaban enfurecidos y tenían una abrumadora superioridad numérica. Aunque muchos de los Gretchins murieron, los Orkos fueron derribados y pisoteados. Nadie sabe quién disparó el primer tiro, pero los Orkos rápidamente desenfundaron sus akribilladores y ezkopetones, y empezaron a masacrar a los Kanijos. Cientos de esclavos cayeron con la primera e inesperada descarga, las polvorientas calles de Mekaburgo quedaron teñidas con su sangre. Entonces los Kanijos se dividieron. Algunos se arrojaron contra los Orkos, arrebatándoles sus armas y utilizándolas contra sus dueños, mientras que los demás corrieron para salvar sus vidas.

Mekaburgo se vio envuelta en una serie de combates aislados. Grupos de Kanijos acechaban en kolmados y callejuelas, emboscando a los Orkos que buscaban revolucionarios. Los Orkos empezaron a registrar los talleres y deztilerías, acribillando a los Kanijos allí donde los encontraban. Durante toda la tarde prosiguieron los combates dispersos. Pese a luchar con gran valor, los Kanijos no podían ganar frente a las superiores armas de los Orkos, y pronto empezaron a rendirse a centenares. Al caer la noche llegó la paz, y aquellos que todavía no habían abandonado el combate se escabulleron en la oscuridad, quemando y saqueando todo lo que pudieron antes de escapar.

La Larga Marcha

Mientras los Gretchins que se rindieron volvieron a sus vidas miserables, los perseverantes que habían abandonado Mekaburgo se dirigieron a lo que ahora se denomina Diztrito Gretchin. Fue una ardua odisea, ya que la columna de descontentos ex-esclavos se arrastró durante cientos de kilómetros a lo largo del Sokavón.

Obligados a buscar agua y comida, muchos rebeldes murieron, sus cuerpos quedaron tendidos allí donde habían caído, abandonados por sus camaradas, que de todas formas estaban demasiado exhaustos para pensar en otra cosa que no fuera dar un paso más. Día tras día, los soles abrasadores se cobraban un elevado precio. Al llegar la noche buscaban cobijo, apretujándose en los fuertes en ruinas construidos por generaciones pasadas. A medida que los grupos se iban alejando de Mekaburgo, la noche traía consigo terrores peores que el frío glacial. En la distancia aparecían figuras resplandecientes, indistinguibles pero que emitían una malevolencia ancestral que transpiraba corno una oleada de pavor.

Durante el día la situación no era mucho mejor; gigantescos escorpiones venenosos salían de sus escondites para paralizar a los rezagados antes de arrastrarlos hasta su escondite para devorarlos. Las gigantescas fauces de los devoradores de la arena se abrían paso bajo sus lastimeras figuras; algunas eran tan grandes que engullían cientos de rebeldes con un horroroso crujir de conchas aserradas. Las bestias carroñeras volaban en círculos, lanzándose en picado al paso de la columna para devorar los cuerpos de los muertos. Casi dos tercios de los disidentes originales perdieron la vida entre todas estas adversidades, y unas cuantas batallas llenas de odio contra bandas de Orkos nómadas. Semanas después de haber partido de Mekaburgo, los supervivientes avistaron el Diztrito Gretchin, con sus muros oxidados y el armazón retorcido alzándose hacia los cielos por encima de sus cabezas.

Ocupar el Diztrito Gretchin tampoco fue tarea fácil. Los Gretchins hubieron de combatir contra los maníacos proscritos que acechaban en el interior de sus oscuros corredores y cámaras resonantes. Hubieron de expulsar a las numerosas bestias que moraban entre los restos, y en más de una ocasión algunos de los que habían logrado llegar perdieron sus vidas al explorar el laberinto metálico: algunos simplemente desaparecieron, otros murieron a manos de Orkos renegados y otros muchos fueron víctimas de gases tóxicos o de las riadas de líquidos corrosivos que fluían por los corredores disolviendo hasta los huesos a cualquiera que se viera atrapado por ellas. Sin embargo, jamás pasó por la mente de ningún rebelde el considerar siquiera regresar a Mekaburgo para pedir el perdón.

El odio ardía en los corazones de los revolucionarios que juraron vengarse por las penalidades y la agonía que habían tenido que sufrir. Al principio algunos grupos dispersos aprovecharon la mínima oportunidad que se les presentaba para atacar a los Orkos que se acercaban demasiado al Diztrito Gretchin, y los más decididos empezaron a organizar incursiones deliberadas. Con el paso del tiempo las incursiones empezaron a ser más "planificadaz" y nadie puede recordar cuándo se creó el Komité Revolucionario Gretchin.

La lucha continúa


Desde el Diztrito Gretchin los rebeldes lanzaron ataques contra las bandas Orkas que regresaban a Mekaburgo, y asaltaban los fuertes mal defendidos para robar la chatarra y sembrar el desconcierto. Con el paso de los siglos Mekaburgo se ha convertido en una constante fuente de nuevos reclutas para los Revolucionarios. Aunque los combatientes originales pueden haber muerto, su causa sigue viva, y la intención de vengarse por la Masacre del Día de la Huelga sigue siendo tan firme como siempre.

El Komité Revolucionario Gretchin intenta buscar apoyos en Mekaburgo, a la espera del día en que se produzca la próxima revuelta, ¡esta vez tendrán armas y estarán preparados! Mediante una red de informadores, conspiradores y colaboradores, el Komité Revolucionario Gretchin fomenta la rebelión siempre que puede. También organizan operaciones clandestinas para permitir escapar de Mekaburgo a los Kanijos que desean incorporarse a la causa. Dispone de agentes en el mercado de esclavos que adoctrinan a los Kanijos que allí se venden para el Gran Día. Bandas de revolucionarios recorren el Sokavón en busca de Orkos y Kanijos recién salidos del cascarón, matando a los Orkos antes de que puedan incorporarse a las filas del enemigo y tomando a los Kanijos recién nacidos bajo su protección, para entrenarlos para la causa.El Komité Revolucionario Gretchin prosigue su campaña de odio contra los Mekánikos, sabotea los talleres y por lo general intenta obligar a los Mekánikos a que acepten sus peticiones.

La Vieja Guardia

Dentro del Komité Revolucionario Gretchin existe una facción especialmente dura. Está compuesta por los revolucionarios más fanáticos, rencorosos y sociopáticos, y son conocidos como la Vieja Guardia. La Vieja Guardia no se detendrá ante nada para asegurarse que la revolución finalmente triunfe, efectuando misiones suicidas en Mekaburgo y construyendo grandes planes utópicos como envenenar la cerveza de hongos de los Orkos o desarrollar un arma poderosa que les permita atacar Mekaburgo y ponga a los Orkos de rodillas. La Vieja Guardia está compuesta por dos niveles, los Kanijos Revolucionarios y el Komité.

El Komité es el verdadero poder que controla todo el Komité Revolucionario Gretchin, formado por el Gran Gretchin Rojo y sus consejeros de mayor confianza. El Gretchin Rojo es la cabeza visible de la revolución, y para la mayoría de Orkos y de rebeldes es un individuo misterioso que urde todos los planes, e intenta conseguir la abolición del sistema de las chapas. En realidad el Gretchin Rojo no es una persona, sino una posición interna del Komité, como un presidente. El verdadero Gretchin Rojo es elegido "demokrátikamente" por los miembros del Komité y es a él a quien corresponde guiar las acciones del Komité Revolucionario Gretchin.

El Komité controla las acciones de los Kanijos Rebeldes. Los Kanijos Rebeldes son los saboteadores, activistas, agitadores, komandos y relaciones públicas del Komité, todo ello a la vez. Es el Komité quien dirige los ataques de los Kanijos Rebeldes y selecciona sus objetivos, y es el Komité quien redistribuye la chatarra y el equipo recuperado por los Kanijos Rebeldes.

A veces el Komité ha perdido la visión de la verdadera lucha y se ha dejado influenciar por su política interna. Cuando la posición de Gretchin Rojo cambia de manos no es inusual que también cambien las tácticas de los Kanijos Rebeldes y que otra "ezkuela de penzamiento" empiece a imponer su "forma de actuar". Incluso dentro del Comité muchas veces se producen disensiones, y los Kanijos Rebeldes que están luchando en una misión descubren al regresar al Diztrito Gretchin que el Komité ha cambiado sus objetivos y que han estado haciendo más daño que provecho. Trabajar para el Komité y sus volubles miembros puede ser una vida dura, pero si se busca una buena excusa para eliminar unos cuantos Orkos de la faz de Gorkamorka, no existe vida mejor.

De vuelta las bases

Los combatientes del Komité Revolucionario Gretchin han jurado enfrentarse a los Orkos con cualquier medio que tengan a su alcance. Desafortunadamente para la rebelión, estos medios muchas veces son muy, muy limitados. Sin los talleres de los Mekánikos que les fabriquen armas y munición, los Kanijos Rebeldes se ven obligados a utilizar las armas que sean capaces de construirse ellos mismos o logren robar a otros. Sus vehículos también son construidos por ellos mismos, y dado que los kachivaches internos de un motor de gas o un propulsor son un completo misterio incluso para el asistente de mayor experiencia de un Mekániko, estos se basan en una perspectiva totalmente distinta a la de los vehículos Orkos.

A pesar de estas desventajas, los Kanijos cuentan con una serie de ventajas a su favor. En primer lugar, jamás les faltan reclutas, y una banda de Kanijos Rebeldes puede derrotar al enemigo por su simple y cruda superioridad numérica. En segundo lugar, los Kanijos Rebeldes son fanáticos por lo que respecta a la revolución, y muchas veces irán más allá de lo que les impone el valor para lograr asestar un duro golpe en favor de su causa. Y por último, y más importante para los Kanijos, la Razón está de su lado.


3 comentarios:

  1. Se os echaba de menos!

    Me ha encantado la entrada... Viva la Revoluzión!!! xDDD

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    1. Bueno, yo estoy de vuelta, a ver si marauder también vuelve. Que está muy ocupado últimamente.

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  2. Bravo!!! Gran trasfondo y grandes Minis. Chapaz para todos!!!

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