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31 de octubre de 2017

Final de la Fase I - Asalto a Commorragh (con trasfondo)


Muy buenas a todos, la Campaña de asalto a Commorragh finaliza hoy su fase I de batallas con bastantes combates y sangre. Hoy traigo un resumen de la última batalla, llevada a cabo entre Menelvagor y Cornelio (Cazadores de demonios y Legión Negra respectivamente) así como un resumen trasfondístico del final de la fase. A todos los que participáis chicos,preparaos porque en breve toca la adquisición de veteranías y demás y después empezaremos la fase II.

BATALLA EN EL ESPACIO

Menelvagor y Cornelio llevaron a cabo una batalla sobre los restos de una plataforma orbital sobre Anathael, el mundo virgen asaltado donde un grupo de Eldar Oscuros ha robado un artefacto de gran poder que Abaddon tiene la intención de apropiarse. Los Caballeros Grises decidieron realizar un asalto orbital contra las huestes de la Legión Negra y así frenar su avance junto al resto de dementes siervos de Khorne.






Tras una ardua batalla, las fuerzas de los Caballeros Grises fueron repelidas por las del Saqueador sufriendo ambos bandos lo suyo para alzarse con la victoria. La órbita había acabado en manos de las fuerzas traidoras mientras que los xenos se retiraban hacia la Telaraña, perseguidos por el infierno.


TRASFONDO FIN FASE I

El Hermano Capitán Menelvagor apareció en el Teleportarium rodeado de un olor a ozono penetrante y espeso. Sus magullada armadura plateada cubierta de grietas por los golpes recibidos y sus armas némesis goteando sangre de sus enemigos. Se levantó con un gruñido de los servos de su armadura exterminador y habló a los servidores que se agolpaban frente a él.

"Orden al Crucero de ataque. Repliegue hacia hemisferio norte, sumaremos nuestras fuerzas a la de nuestros hermanos del Ordo Xenos." - proclamó.

"Señor..." - murmuró una voz mecánica sin tono alguno. "¿Debemos concluir que vuestra misión de detener al architraidor Abaddon ha sido un éxito?"

"No, hemos sido engañados." - respondió con pesar.

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En un búnker de mando sobre Anathael, una delegación de la subyugada Guardia Imperial se presentó con su oficial superior frente al bibliotecario de los Sombras de Karadon.

"Rendición sin condiciones a vuestras órdenes, codiciario." - dijo con su profunda voz el oficial de los soldados de las fuerzas de defensa mientras él y su séquito se arrodillaban ante el gigantesco Astartes rodeado por su comitiva.

"Comandante, álcese. Esta batalla no es otra cosa que obra de una mente perversa y cruel, un plan orquestado por nuestros enemigos para adelantarse a nuestra voluntad de hacernos con el peligroso artefacto protegido por los Adeptos del dios máquina que ahora ha sido robado por viles xenos." - respondió a través del transmisor de su casco el bibliotecario mientras unos servidores, más máquinas que hombres, terminaban de reconstruir su armadura dañada por la batalla.

"¿Y qué debemos hacer, mi señor?" - respondió el oficial irguiéndose lentamente.

"Luchar. Nuestro objetivo es frenar el avance de los malditos traidores. Los xenos ahora son el objetivo de los sagrados Ordos."

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Sobre la plataforma orbital X341-Prime, Abraxas el Despedazador, señor demoníaco de Khorne, aullaba contra el vacío del espacio mientras destrozaba a golpes los pilares de una de las torres derruidas de comunicaciones.

"Malditos esqueletos. ¡Me han arrebatado la gloria! ¡LOS MATARÉ A TODOS!" - rugió enrabietado mientras la estructura cedía al fin sobre sus soportes y se derrumbaba lentamente. La agarró con sus poderosas garras y la tiró a lo lejos. La fuerza del empuje unida al escaso poder de la gravedad hizo que la estructura poco a poco fuera perdiéndose en el espacio.

"Vaya, parece que la órbita es nuestra, Abraxas." - comentó una voz cercana con un tono tranquilo y sosegado pero bastante característico. La furia de Abraxas se apagó de repente y se giró, arrodillándose ante la figura, mucho más baja que él, pero inmensamente más poderosa.

"Mi señor Abaddon..." - comentó Abraxas mientras uno de sus cenicientos puños abrasaba el suelo metálico de la plataforma. "... los Necrones han escapado."

"Sí, ya veo. Han logrado lo que venían a hacer pero esto no frenará nuestro avance ni nos apartará de la victoria final. Los perros del cadáver de Terra ya han sido repelidos y sus fuerzas se masacran entre sí sobre la superficie de anathael. Nuestro siguiente paso es abrirnos paso por el portal que los Eldar pretenden emplear para regresar a su ciudad siniestra." - respondió este rozando entre sí las cuchillas de los dedos de la Garra de Horus, haciendo que Abraxas se estremeciera. "Tú encabezarás el ataque, Abraxas."

"Sí, mi señor."

En ese instante una esfera flotante se situó entre ambos, iluminándose tenúemente y mostrando un holograma del Dr. Neura.

"Las fuerzas xenos de los Eldar han sido mermadas y hemos logrado acercarnos a la posición de su portal de Telaraña. ¿Debo liberar ya a mis pequeños?" - dijo con un extraño deje mientras su cara mostraba los signos propios de la demencia.

"Adelante, mi buen doctor. Enseguida estaremos con usted..." - respondió Abaddon mientras la imagen parpadeaba y desaparecía.

"Maldito pretencioso, yo mismo le arrancaré el cráneo." - rugió Abraxas.

"Tranquilo, aún le necesitamos." - dijo Abaddon dándose la vuelta. "Prepara a tus tropas para un asalto orbital. Comienza la caza."

Abaddon se desvaneció cuando fue teleportado al crucero que sobrevolaba la estación en la distancia. Una pequeña araña mecánica observaba sin embargo toda la escena oculta entre los escombros y enviando una señal hasta un extraño obelisco completamente negro práctimente indistinguible en la oscuridad del espacio. En una de sus miles de salas, el Líder Supremo Necrón Primekh el Inmortal observaba dentro de su nódulo mental toda la escena y pensaba en silencio mientras miles de pequeños escarabajos reparaban a su alrededor a parte de sus protectores. Había que destruir ese artefacto del que hablaban los siervos del Mal Primordial, su existencia en sí era una ofensa. Algo poderoso se agitaba en lo más profundo del obelisco, un ser de poder tan descomunal que apenas podía contener su energía... pero debían esforzarse por pasar desapercibidos, al menos todavía. Con un gesto la nave avanzó por la negrura sin esfuerzo en dirección a las coordenadas del portal, no dejarían que pudieran escapar...

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Sobre Anathael, en un frondoso terraplen, los líderes de la Cábala del Sol Negro y los Corsarios de las Serpientes Estelares forjaban un pacto. Sus fuerzas habían sido mermadas por sus enemigos Mon-keigh, habían infravalorado su poder y su arrogancia les había conducido a esa odiosa alianza entre cábalas.

"Vaya, parece ser que también habéis perdido el favor del duque Sliscus por lo que veo." - comentó uno de ellos.

"Sí, pero estamos bien pertrechados a pesar de todo. ¿Creeís vos que podréis estar a la altura y seguir nuestro ritmo?" - respondió el hemónculo de los Corsarios.

"He movido mis hilos y creo que sí..." - contestó su compañero mientras señalaba hacia una cercana arboleda.

Phobos, señor de la Cábala de la Lanza Empaladora surgió de entre los árboles con sus fuerzas y un inmenso ataúd del tamaño de una motocicleta guadaña que rezumaba un poder extraño. Sus fuerzas contaban con bastantes guerreros y a un gesto suyo todos se detuvieron, se quitó el yelmo y acercándose a los otros dos líderes, habló.

"Es una pena que tengamos que reunirnos en estas condiciones pero me alegra ver que no soy el único suficientemente ambicioso como para permitir que la chusma de los Mon-keigh posea un artefacto de tamaño valor. Bien, sumaré mis fuerzas a las vuestras mientras abrimos una senda por el portal para volver a la Ciudad Siniestra, pero a cambio vosotros cederéis vuestras tropas para guarnecer el portal... ¿hay trato?" - mencionó entre siseos.

"¡La hay!" - contestaron los líderes de las otras cábalas haciendo sendos gestos para que sus tropas se preparaban mientras un temblor suave les rodeaba. A sus espaldas una gigantesca estructura arqueada apareció de repente y en su centro un destello fue cobrando fuerza y ampliándose hasta formas una suerte de piscina vertical... un portal de la Telaraña.

"Sea pues" - profirio Phobos.

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