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17 de septiembre de 2019

Asedio de Terra 1: La Guerra Solar (The Solar War) - Reseña (review)


Bienvenidos compañeros y compañeras profanadores a una reseña de una de las novelas de la pequeña saga que pone broche final a la Herejía de Horus: el asedio de Terra. Aquí comenzamos esta nueva trama trayendo el resumen de la primera novela, junto con las impresiones que nos transmite. Acompañadnos en esta nueva aventura que, de momento, solo está en inglés.


Contexto

Horus Lupercal, el ultramalvado y alopécico Señor de la Guerra, ha declarado su secesión del adusto Imperio del melenudo Emperador. En sus andanzas se ha vivido de todo: Istvaan III y V donde murieron primarcas y casi sus legiones, traiciones, asesinatos, mucha paja, y demonios. Ahora, tras haberle arreado a Leman Russ en  la Maldición del Lobo, y haberse hecho con el cúmulo Garmon y destrozar a muchas legios titánicas, las fuerzas de Horus se lanzan a por su presa final, el Sistema Solar, luchando contra el tiempo ya que las fuerzas de los Ángeles Oscuros y los Ultramarines vienen en ayuda del Emperador. Comienza la batalla más dramática del universo de 40k...

Eso sí, no podemos empezar este relato sin agregar una imagen del sistema solar.


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La trama

-- Cuidado, SPOILER --

Todo comienza con una lucha mental del Emperador enfrentándose a un oscuro y malvado lobo, que representa a su hijo-primarca Horus, al que rodea un halo de oscuridad, el propio Caos, los Dioses Oscuros, que se ríe de él. El Emperador intenta rechazarlos, sabe que no ofrecen nada, solo mentiras, y que como no pueden derrotarle en el plano disforme necesitan una marioneta para hacerlo en el plano real. Los Dioses del Caos saben que han logrado quebrar su sueño y que ahora pueden derrotarle. El Emperador ve como sus poderes de vidente están mermados... El Emperador debe hacer frente a la sombra disforme del Caos, mientras que sus primarcas frenan a los traidores en el universo real.

Cambiamos de foco y la historia nos lleva a la Lacrimae, la nave de los Puños Imperiales comandada por Sigismund cerca de Plutón, donde rememora su bronca con Rogal Dorn. Aparecen las primeras naves de los traidores en el Sistema Solar y los Puños Imperiales la desmenuzan, haciéndola explotar entre increíbles detonaciones. Los traidores están mandando primero a sus huestes más prescindibles antes de que llegue el grueso, que al poco va llegando. Cada vez hay más y más naves enemigas, y la situación se vuelve cada vez más y más dramática. La siguiente imagen lo reflejaría bastante acertadamente.


La batalla por el Sistema Solar está comenzando. Se relata cómo están distribuida las fuerzas y cómo piensan defender el espacio estelar entre los mundos y sus puntos clave: normalmente las naves entran en los bordes del sistema para no chocar contra mundos, asteroides, etc., pero hay "puertas disformes" la Puerta Khthonic (Khthonic Gate) de Plutón y la Puerta Elisiana (Elysian Gate) de Urano para llegar rápido a las zonas internas del sistema. La batalla espacial se recrudece por momentos pero los Primarcas de los Ángeles Sangrientos, Puños Imperiales y Cicatrices Blancas están orquestando la defensa y moviendo sus fuerzas: por todo el sistema se encuentran los Puños Imperiales y la veloz y agresiva flota de los Cicatrices se esfuerza en apoyar a sus aliados.

Tras el principal asalto de los Hijos de Horus en Plutón, liderados por Horus Aximand, ahora medio demonio, se nos muestra a una fuerza liderada por Abaddon, que va acompañado para su disgusto en su nave por Zardu Layak, y que han logrado acceder por la Puerta Elisiana de Urano gracias a los esfuerzos de Ahzek Ahriman.


Nota: Recordemos en este punto que los Portadores de la Palabra de Lorgar fueron reprendidos por Horus cuando el Primarca Aureliano intentó hacer caer a Horus, como se detalla en la reseña Slaves to Darkness (novela 51 de la Herejía de Horus). De estos, la hueste de Layak permaneció en el lado de Horus y son los que les acompañan en el asedio a Terra.

Las fuerzas de Abaddon detectan que los Cicatrices Blancas se acercan y comienzan una serie de asalto especiales y hostilidades cerca de Urano. La acción entonce retorna a Plutón donde los Puños Imperiales se están viendo sobrepasados por las fuerzas de los Hijos de Horus. Kerberos, la luna más armada de Plutón es empleada como defensa orbital principal contra la flota enemiga, que la asalta en masa y cuando está a punto de hacerse con su control los Puños Imperiales la detonan, arrasando gran parte de la fuerza enemiga en este primer pulso contra sus enemigos, antes de tener que retirarse. Los traidores se hacen con las fortalezas orbitales.

Los Puños Imperiales se están retirando cuando una flotilla de lo Hijos de Horus se lanzan a por ellos. Estos contraatacan y Sigismund se enfrenta a Horus Aximand, y el Puño Imperial acaba cortándole un brazo al ser deforme. Cuando va a darle el golpe de gracia y poner fin a su existencia, Sigismund es teleportado lejos de sus enemigos. Deben retirarse Terra, esto no ha hecho más que empezar. En otro extremo, los Cicatrices Blancas, bajo el mando directo de Jubal Khan sufre un ataque muy potente de la flota de Abaddon, que asalta su nave principal con sus tropas y se lanzan a por el puente. Este está casi vacío cuando Abaddon entra al frente de sus huestes y se da cuenta de que es una trampa: detona y muchos de sus guerreros salen despedidos al espacio; entonces aparecen los soldados con Jubal al frente para repeler a los traidores. Se sucede un tenso combate donde el Cicatriz Blanca demuestra su dominio de las armas a pesar de luchar en el vacío, haciendo retroceder a Abaddon y haciéndole bastante daño; sin embargo, Jubal es finalmente asesinado por Abaddon, que aplasta su cabeza con su puño de combate, y su cadáver se aleja flotando en la fría nada sideral, y su nave, el Lanza de los Cielos, es destruida.

Tras estas trepidantes aventuras nos centramos en Mersadie Oliton, que debe llegar a Terra porque, por un motivo no dicho, debe hablar con Dorn. Esta mujer era una de la rememoradoras del Espíritu Vengativo desde antes del comienzo de la Herejía de Horus y estaba en una prisión del Sistema Solar. Ahora con la guerra, algunos han logrado escapar y se encuentran en la nave de refugiados. Tiene varias subtramas para darle chicha pero vamos, que al final Garviel Loken la salva de morir a manos de ejecutores. Luego volveremos con ella.

A medida que las batallas se suceden, hasta el propio Ahriman puede notar cómo las energías disformes se arremolinan en el Sistema Solar y, más allá del velo, los demonios se agolpan con ansia.



Ahora vamos a la Falange, donde Rogal Dorn ha designado su puesto de mando para la protección de la órbita de Terra, con la Luna y la flota de los Ángeles Sangrientos en una de las caras del planeta, y la Falange en la otra, las dos Fortalezas artilladas hasta lo absurdo y listos para lo que está por llegar, ya que el plantea Rojo, Marte, ha liberado una flota de monstruosidades del Mechanicum Oscuro, salidas de las peores pesadillas imaginables y armadas con destrucción y muerte.

Las huestes de Abaddon se lanzan a por la Luna y los Ángeles Sangrientos se preparan para defenderla, pero una de las naves traidoras, el Juramento de Guerra, antigua nave de los Puños Imperiales tomada por los Guerreros de Hierro en la batalla de Phall y en este asalto, la nave de mando de Abaddon, se teleporta de forma kamikaze hasta el anillo de defensas orbitales de la Luna y se materializa en mitad de sus estructuras provocando una gran detonación de 20 km, una ruptura en la realidad y mucho caos, eso sí, teleportando antes a Abaddon y sus fuerzas a la superficie del satélite de Terra. Ahora estaban en las cavernas del satélite y otra batalla comenzaba.

La nave de Loken atraca en la Falange con Mersadie a bordo, esperando poder hablar con el primarca de los Puños Imperiales. Antes de llegar y gracias a la detonación y los rituales de los Portadores de la Palabra el velo con la disformidad se debilita y el demonio Samus llega a la Falange, provocando desconcierto y miedo. Y eso no es todo, el ritual de Ahriman provoca algo más oscuro y profundo, el Sol del sistema solar se vuelve oscuro por un instante y al volver a iluminarse, cualquiera que mirara al cielo de Terra podría verlo... La gran Flota Traidora. El Conquistador, nave de los Devoradores de Mundos con Angron sobre su casco y sus naves alrededor, con el blanco apagado y sanguinolento, las naves deformadas de los Hijos del Emperador, con un Fulgrim demoníaco en el centro del crucero Orgullo del Emperador y la vasta flota de los Hijos de Horus, con el Espíritu Vengativo entre ellos. La flota se divide hacia Marte y la Luna, listos para la batalla. En la Luna, Abaddon y Layak luchan duramente por conseguir a Heliosa-78, la matriarca de creación genética de Astartes a la que Dorn ordenó destruir las reservas genéticas de la Luna para evitar que cayeran en manos traidoras. Al final Heliosa-78 sirve pleitesía a Horus y se une a los traidores.

Los demonios invaden la Falange y los Puños Imperiales se lanzan a acabar con ellos a base de golpes y fuego de bólter. La batalla es cruenta y desesperada: todo está lleno de enemigos, las flotas traidoras han llegado directamente al interior del Sistema Solar sin necesidad de traslación desde el borde exterior y todo se vuelve más desesperado por momentos. En esta novela Dorn tiene oportunidad de brillar, aprende de errores pasados de las novelas de la herejía, y se le ve más cauto y vengador. Aplasta a los demonios a su paso y logra salvar a la Almirante, Su-Kassen, mientras va a por sus armas y demás. Sigismund y sus fuerzas están llegando a Terra, pero el choque disforme perpetrado por los traidores está afectando a sus fuerzas humanas...

En la Falange, Rogal Dorn nota que su fortaleza se aleja de Terra, impera el Caos y solo sus guerreros de los Puños Imperiales están logrando contener al enemigo. Entonces llega Samus al puente y se enzarza con Rogal Dorn en una tremenda lucha: su devastación psicológica ha mermado a sus aliados humanos y sus fuerzas demoníacas están estorbando a sus Marines. ¡Dorn es suyo, Samus está aquí! A pesar de que Dorn puede "acabar" con Samus, este "renace" de los muertos y lucha de nuevo contra él, debilitándole poco a poco. Entonces Mersadie Oliton comprende todo lo que está en juego y sus memorias le dan la clave del problema: es ella. En el Espíritu Vengativo, al parecer se consiguió infectarla y, dado que tiene potencial psíquico, convertirla en un catalizador de poder disforme que hace de portal demoníaco. Finalmente, Mersadie se suicida y así logra evitar que Samus siga renaciendo y acabe matando a Rogal Dorn.


La Falange ha quedado dañada, y Dorn usa las naves de Sigismund para llegar a Terra, ordenando a la Fortaleza de los Puños Imperiales retirarse para repararse, aunque Horus sabe que gracias a los Devoradores de Mundos y Guerreros de Hierro que ha enviado tras ella seguirá sangrando por un tiempo, y no será un problema para sus planes. Las defensas de la Luna han sido silenciadas y los detractores de Marte, y defensores imperiales apostados para evitar que el Mechanicum Oscuro escapara del planeta han sido subyugados o destruidos.

Y el decimotercer día de Secundus, las naves de la flota de Sigismund y las que huyeron de la devastación de Plutón y Urano llegaron a Terra, mientras sus perseguidores más impacientes eran destruidos por las baterías terrestres de Terra y sus naves espaciales más arrogantes eran hechas añicos por las minas espaciales y los cañones de plasma defensivos. Por todo el Palacio Imperial, los escudos se reforzaron y los muros se llenaron de armaduras amarillas, negras, blancas y rojas. Con ellos se situó Rogal Dorn, observando lo alto, a la poderosa flota traidora.

Era el decimotercer día de Secundus, y en medio del tronar de las sirenas de emergencia que ya llevaban sonando seis semanas, comenzó el bombardeo sobre Terra...

La escena final nos lleva de nuevo a la Disformidad, donde unas figuras metafóricas que representan al Emperador y a Horus están separadas por un fuego. "Bueno, Padre", dice Horus, "Estamos solos al fin, ya puedes contarme la verdad". A lo que el Emperador responde, "Nunca estás solo, os veo en la oscuridad", y unas sombras empiezan a rodear a Horus avanzando hacia el Emperador. Este se ilumina y hace retroceder a las sombras y tras un gran resplandor desaparece. Horus dice entonces "Corre. Corre ahora que sabes que vengo a por ti... ¡Corre!"

Opinión

Resumir y analizar este libro es una tarea compleja por lo que ofrece, la forma en la que lo ofrece y el como se presenta. Comienza lentamente re-introduciendo los personajes que muchos ya conocemos, humanos normales y Astartes, como Mersadie Oliton, Abaddon, Jubal Khan, Sigismund, Malcador y un largo etc.

El libro logra transmitir esa sensación de escala desmesurada que otros libros de la Herejía de Horus no han conseguido sin perder el foco y "humanidad" de sus personajes. Es un libro en el que muchos de ellos tienen ocasión de brillar, y ofrece el marco general de la serie que está por llegar, el Asedio de Terra. Tenemos pues, ante nosotros, un libro complejo e interesante que seguramente gustará a muchos cuando sea traducido al castellano dentro de 3 o 4 años (o quien sabe ahora que hay Brexit).

Da mucho juego, muestra muchas cosas interesantes y agrega poca paja. Lo recomiendo. Ahora toca empezar el siguiente: Los Perdidos y los condenados.

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