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25 de noviembre de 2016

Trasfondo - Lucius, el Sempiterno

"¡El Caos de antes si que daba mal rollo, leches!"

Muy buenas lectores nuestros de Profanus40k, bienvenidos a una entrada que abre una nueva serie de trabajos en los que nos hallamos involucrados que nos traen trasfondo no traducido de los personajes más infames (y molones) de los Marines Espaciales del Caos. Hoy le ha tocado a un miembro reconocido de la Legión Traidora de los Hijos del Emperador: Lucius, el Sempiterno.

Material traducido 100% por Profanus40k

Lucius el Sempiterno es la encarnación del orgullo obsesivo que hizo que los Hijos del Emperador cayeran en desgracia. La caída de Lucius fue mucho mayor que la de sus hermanos, sobre todo tras atraer la atención del propio Slaanesh. Desde ese día, ha arrasado la galaxia como una suerte de monstruo medio humano, encerrado en una eternidad danzando al borde del abismo.

UN RELATO DE VIOLENCIA
Durante su juventud en el lúgubre planeta Chemos, Lucius brillaba como una joya lo haría sobre la mugre. Tenía un gran talento que empleaba en alcanzar cualquier meta que se propusiera, y también era poseedor de una belleza juvenil que ni siquiera el duro viento de Chemos pudo estropear. Lucius enseguida atrajo la atención de las altas cúpulas de poder; sus estudios financiados por los patrocinadores gravitaban alrededor de las artes de la guerra, pues el negocio del asesinato le provocaba una gran fascinación. Pero no eran las estrategias a gran escala o los análisis tácticos lo que hacía que sus ojos hicieran chiribitas. Fue la gloria personal lo que cautivó al joven Lucius: los duelos, los retos, los combates con espada. Solo un gran guerrero podría recibir los elogios por sus habilidades; solo podía haber gloria para él, así como el delicado sabor de la victoría que recorrería sus labios.

Tal era el ansia de gloria personal de Lucius que su vida al completo se distorsionó alrededor de tal meta, doblándose como un metal caliente alrededor de la búsqueda de la excelencia. Para cuando llegó a la mayoría de edad, el joven espadachín había sobrepasado ya todos los estilos clásicos de los mejores maestros de Chemos. Durante sus estudios, su espada segó las vidas de una decena de mendigos y bandidos sobre los que Lucius después proclamaría que habían intentado atacarle. Dispensó decenas de cicatrices a los pupilos jóvenes, incluso llegó a reclamar algún dedo u ojo afirmando que eran "accidentes ocasionales". Tales hechos fueron reprobados una y otra vez, pero nadie pudo nunca discutirle sus increíbles habilidades. A medida que se hacía mayor, Lucius redefinió el término "prodigio". Luchó con desprecio contra los jovenes de su propia edad, jugueteando con ellos como un gato lo hace con un ave herida antes de marcarles con alguna cicatriz para indicar su derrota. Contra sus tutores, sin embargo, luchaba siempre como un hombre poseído, con cada parte de su ser centrada en la victoria.

Mientras participaba en la competición anual llevada a cabo por los ancianos de Chemos, el impecable esgrima de Lucius atrajo la atención de un corpulento extraño que observaba desde las sombras. Durante las últimas rondas de la Espada Dorada, hubo una modificación en las listas del torneo y el joven espadachín se encontró luchando contra un famoso campeón que doblaba su edad. A pesar de que Lucius demostró ser el mejor guerrero los primeros minutos, cuando su oponente propinó un rodillazo a su estómago acabó mordiendo el polvo. Sin aliento apenas, Lucius se tambaleó fuera del alcance de su oponente hasta recobrar el aliento. Frunciendo el ceño de su juvenil rostro, procedió a atacar a su oponente, despiezándole miembro a miembro, vena a vena. Los partidarios del campeón estaban indignados por la deshonrosa forma en la que se acabó con la vida de su líder, y se lanzaron en masa a la arena. Fue entonces cuando comenzó el verdadero baño de sangre.

Lucius podría haber encontrado un sangriento final de no ser por la intervención del extraño que se ocultaba en las sombras, observando las pruebas. Ambos, el joven y el extraño, desaparecieron antes de que el torneo finalizara. Nunca más se volvió a ver a Lucius entre las gentes de Chemos. El extraño, un sargento de alto rango de la III Legión, estaba tan impresionado con el talento en bruto de Lucius y su determinación, que ofreció al joven una oportunidad para unirse a las Legiones Astartes. Así comenzó la carrera militar del joven guerrero que finalmente llegaría a definir todo aquello que se consideraría malvado y retorcido en las filas de los Hijos del Emperador.




UNA CRUZADA DE UNO
Mejorado más allá de los límites mortales por la bendición del proceso de transformación en Marine Espacial, Lucius mejoró sus habilidades en el arte de la espada todavía más. Nunca se cansaba de superar a sus compañeros en los ejercicios que sus sargentos les proponían a diario. La noche antes del Festival de la Bendición del Emperador, Lucius arrebató una victoria a todas y cada una de las máquinas de entrenamiento con la espada de las jaulas de prueba; una proeza que nunca antes se había alcanzado, y que nadie alcanzaría jamás.

Aunque su confianza y grandes habilidades le habían creado muchos enemigos entre los mortales, sus hermanos de los Hijos del Emperador cantaban alabanzas hacia él con total honestidad, pues su Legión valoraba la perfección por encima de todo. Al poco, Lucius atrajo la atención del propio Comandante Eidolon. A medida que se desarrollaba la Gran Cruzada, Lucius empleó sus poderosas habilidades para cumplir con los objetivos de los Hijos del Emperador en una decena de mundos que debían ser reconquistados. Fue recompensado con el mando de la 13ª Compañía; primero, Eidolon pudo ver que su fe depositada en Lucius no había sido en vano. A pesar de que el joven espadachín era egoísta y arrogante, nunca se encontró falta en sus capacidad para con la guerra que se desarrollaba. El estado de su alma, sin embargo, era ya otro cantar.

Incluso antes de su ascenso a los escalafones más altos, Lucius ya se había ganado una reputación de ser arrogante en extremo. Se lanzaría a cualquier duelo sin dudar ni vacilar porque se sabía vencedor. En Aleluya Prime, Lucius rompió la cabeza de los Golems que protegían al herético Malachoir, usando la empuñadura de su espada cuando vió que el filo de estas no los lastimaba. Durante los oscuros combates bajo el monte Olchite, Lucius tuvo una discusión con los Comandantes y se lanzó a cazar y empalar a las sedientas entidades xenos conocidas como Demonios Rabiosos, una a una a lo largo de un solo día. Su espada fue el punto de apoyo que hizo retroceder a la Revolución Fausch, suya fue la hoja que separó la cabeza de los hombros del falso Dorn. Pasaron muchos meses sin que Lucius diera siquiera un paso atrás. Estas frecuentes muestras de habilidad marcial solo fomentaron que el ya inmenso ego de Lucius llegara a proporciones desmesuradas. Aunque salvaba la vida de sus hermanos en incontables ocasiones, jamás desperdiciaba una oportunidad para restregarles su generosidad. Pronto quedó patente que no participaba en las batallas porque creyeran en la Gran Cruzada y su intención de unir a toda la Humanidad, si no que lo hacía para probar su superioridad sobre el resto de la galaxia.

Durante este perido, Lucius empezó a burlarse de sus hermanos por ser "demasiado bonitos". Aunque había otorgado miles de cicatrices, aún desconocía el beso de un filo sobre su piel. Fue este hecho, unido a la rotura de su tabique nasal en una ocasión a manos de un camarada, Garviel Loken, lo que provocó el ritual de automortificación a base de cicatrices que Lucius se infligió en cara y pecho. Nadie era digno de proporcionarle una cicatriz merecida, pensó, así que se las autoinfligió. En ocasiones el filo se hundía en su carne hasta el ancho de un dedo, o dejaba una línea marcada bajo su afeitado cuero cabelludo. Estas heridas autoadministradas eran vistas por sus hermanos como actos de una extraña aunque encomiable piedad. La verdad era mucho más oscura.

A lo largo de las guerras llevadas a cabo por su Legión, Lucius llegó a asociar el dolor con el éxito. La red de cicatrices se hizo más y más pronunciada, reflejando un intento masoquismo que ya se había apoderado de su alma. Si se negaba a a Lucius la oportunidad de mostrar su manejo de la espada, su petulancia y despecho burbujearían violentamente hasta la superficie. El consejo de su compañero Capitán, Saul Tarvitz, ayudó a Lucius a ver tales acciones como lo que eran. A pesar de ello, Lucius hizo un esfuerzo increíble para ocultarlos durante lo que duró su amistad, aunque eso no fue suficiente.

HEREJÍA DESENMASCARADA
A medida que las maquinaciones de Horus se fueron revelando, los Hijos del Emperador cayeron en desgracia. El primero de ellos fue Fulgrim; trató de rescatar a Horus de sí mismo, pero acabó irremediablemente corrompido por las palabras y armas del Señor de la Guerra en dicho proceso. Los siguientes en sucumbir fueron los líderes marciales y espirituales, atraídos cada uno de ellos por la promesa de perfección, pero atrapados por el anzuelo de los excesos que Horus puso en su camino. Lentamente al principio, la corrupción se extendió entre las filas de la soldadesca: los Hijos del Emperador reverenciaban a su Primarca y a sus Comandantes por encima de todo, y siguieron las doctrinas de sus superiores al pie de la letra. El insidioso plan de Horus empezó a dar sus frutos cuando la perversión espiritual se extendió de forma desenfrenada por la III Legión. Para cuando el Señor de la Guerra ordenó a sus Legiones Traidoras que se lanzaran sobre sus hermanos leales, casi todos los Hijos del Emperador ya se hallaban bajo el control del Príncipe Oscuro.

Con la herejía desarrollándose a su alrededor, la oscuridad inherente de Lucius se extendió por todo su ser. Su lealtad estaba clara, lucharía por Fulgrim y por Slaanesh, probándose contra los defensores imperiales, uno a uno, hasta que todos ellos fueran eliminados. La perfección y el exceso eran todo lo que importaba. Demostraría que era el mejor, sin importar el coste.



UNA SANGRIENTA METAMORFOSIS
Lucius siguió distinguiéndose en las artes de la guerra mientras los Hijos del Emperador descendían más y más hondo en su adoración al Caos. Las relucientes naves de la flota de la Legión Traidoras de Fulgrim se desplazaron de un mundo a otro, provocando muertes cada vez más viles y extremas a la población que se convertía en sus presas. En el tiempo de transición entre invasiones, los Hijos del Emperador se entregaban a pruebas de violencia y torneos de gladiadores entre ellos mismos. Solo las muestras más inventivas de mutilación podía sacarles del aburrimiento durante algun tiempo.

Allá donde participara en dichas pruebas, Lucius sobresalía. Su obsesión con convertirse en el espadachín perfecto hizo que adquiriera una velocidad y habilidad que ni siquiera los propios Marines Espaciales podían alcanzar. El inmenso gozo que sintió al recibir el cálido beso de la agonía resonó tanto en el plano material como en la Disformidad. Algunos ya susurraban que Lucius se había visto atraído de nuevo a bailar sobre el filo de la navaja, y que su obsesión se acentuó en extremo. La infamia de Lucius creció en ambas realidades. Al poco, no eran solo los Hijos del Emperador los que participaban en sus carnicerías orgiásticas, sino que las sirvientas de Slaanesh se arremolinaban cerca del reflejo de este en el Empíreo.

Tras cada combate en los torneos, disfrutaba de la adulación de sus compañeros legionarios traidores, haciendo reverencias y acallando los aplausos agitando la espada con florituras. Su arrogancia grandilocuente era tal que llevó al Comandante plateado Cyrius a entrar en escena.

A medida que el torneo conocido como la Hoja Escarlata llegaba a su ronda final, el propio Cyrius se alzaba en la arena contra Lucius. El Comandante tenía la intención de enseñar a aquel arrogante campeón su lugar y cimentar su posición como hijo favorecido de Fulgrim en dicho proceso. Embutido en una barroca armadura artesanal decorada con obscenas imágenes de ensueño y portando una lanza de energía de tres metros y medio, Cyrius fue un oponente impresionante. El Comandante era cada vez más veloz que su adversario; Lucius luchó muy duro para permanecer lejos del alcance de la lanza de energía, agachándose y rodando con una gracia fluida. Las armas entrechocaron con movimientos fugaces. Aunque la hoja de Lucius era afilada como una cuchilla, no pudo penetrar las ornamentada armadura de Cyrius, mientras que el espadachín llevaba poco más que una túnica. Una patada certera hizo retroceder a Lucius, escupiendo sangre. Un tajo de la lanza de energía arrebató un dedo de la mano con la que Lucius sujetaba la espada. Menos de un segundo después, un golpe de asta de la lanza hizo que la visión del espadachín se tornara en destellos y colores difusos.

Cada herida provocada había hecho que Lucius riera de regocijo. Cyrius mostró sus dientes, rajando y apuñalando a su oponente mientras este se carcajeaba, se tambaleaba y giraba sobre aquellas arenas escarlatas como una marioneta demente. Al final, Lucius se sacudió y lanzó un golpe decapitador a Cyrius. Hubo un destello intenso de las armas de energía por el impacto... y la espada de Lucius se partió en dos.

Mientras la multitud aullaba y gritaba a su alrededor, el Comandante Cyrius agarró a su sonriente oponente por la garganta. Sonriendo de forma sombría, tiró a Lucius contra las rojas arenas y le golpeó y golpeó hasta que no fue más que una ruina de huesos rotos y sangre. Los Hijos del Emperador habían perdido a su espadachín predilecto, pero ganaron un recuerdo que no olvidarían en los años venideros.

En las siguientes semanas, el Comandante Cyrius sufrió una horrible transformación. Su cabellera se desprendió a manojos, sus ojos cambiaron de color y las escenas sexuales de la decoración de su armadura se retorcieron y fluyeron hasta formar una escena de sonrientes demonios. Para horror del Comandante, unas oscuras líneas empezaron a salir por su carne, saliendo hacia afuera con cada noche que pasaba, formando un laberinto de cicatrices. Sus gritos fueron un suceso de gran interés para los Hijos del Emperador, pero nadie acudió en su ayuda. En el destino del Comandante pudieron ver la mano del propio Slaanesh. Algunos juraron que los gritos de Cyrius cambiaron de tono, tornándose en una risa maníaca. El siguiente torneo de gladiadores vio a Lucius lanzarse a las arenas una vez más, su servoarmadura adornada ahora con la torturada y aullante cara de Cyrius. El espadachín recubierto de cicatrices había renacido, y el Comandante había sido reclamado en su lugar. En el trono en la parte alta de la arena, Fulgrim sonrió, conocedor de todo esto. Su amo, Slaanesh, había considerado un desperdicio permitir que tal prodigio abandonara el mundo mortal durante demasiado tiempo.

LA BENDICIÓN DEL PRÍNCIPE OSCURO
Desde aquel día, Lucius ha recibido esta bendición tan peculiar de su dios patrón, Slaanesh. Quien arrebate la vida a su campeón, y encuentre la menor satisfacción con tal acto, será presa de una metamorfosis dolorosa y gradual. Cuando la transformación se haya completado por completo, Lucius emergerá de la carcasa que antes fuera su verdugo como una mariposa sale de su capullo. Todo lo que restará de su asesino será su aullante rostro atrapado para siempre entre las carnosas placas de su retorcida armadura.

Gracias a esta peculiar bendición, Lucius el Sempiterno ha recorrido la galaxia durante diez mil años. Es un asesino sádico y despiadado que acepta la muerte con tanta pasión como lo hace al administrársela a sus enemigos, y no podrá ser asesinado a menos que su verdugo no tenga más que piedad en su corazón. Si algún ser así existe en este universo indiferente, solo Slaanesh lo sabe, y los secretos de los dioses no fueron hechos para ser compartidos.


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REGLAS EN WARHAMMER PROFANUS

Estas son las reglas que se pueden emplear para Lucius en esta primera edición de Warhammer Profanus. Podéis encontrar más información en nuestra entrada del III Torneo Profanus.




EQUIPO Y ARMAS AL DETALLE

Esta sección está en proceso, en futuros días saldrá.

7 comentarios:

  1. Gran entrada!

    Mucho ánimo con las siguientes

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  2. Gracias por el curro de traduccion chicos! Me encantan los personajes del caos

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  3. No sabia toda su historia post-traicion. Lo que me sorprende es que no salga nada del único personaje leal que hasta el momento sé que ha matado a Lucius... No se si decirlo por no soltar spoilers, pero diría que tras esa muerte, resucita por primera vez

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    Respuestas
    1. Creo que eso salía en el codex de cuarta, no? Lo que está aquí es loteral del libro de la black library

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    2. No. Lo que yo comentó sale en el libro Angel Exterminatus. Un Guardia del Cuervo se mide con Lucius y se lo carga, pero este resucita mas tarde, en su nave

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