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14 de diciembre de 2015

Campaña - 1ª parte del trasfondo para la campaña de Profanus40k

"La hermana Katherina bendice esta Campaña"

Muy buenas a todos, lectores nuestros de Profanus40k. Seguimos buscando jugadores que quieran unirse a la campaña de la Ira de los Ancestrales. De momento tenemos a la mitad pero necesitamos a unos tres más. Aquí os traigo la parte de trasfondo inicial de la campaña y de la que irá brotando todo lo demás. Si quieres unirte sigue las indicaciones de este artículo y lucha con tu facción por este mundo. Si sigues indeciso lee esta entrada y comprenderás.



AKHERON

La historia de Akherón se remonta mucho tiempo atrás, a los tiempos de la Gran Cruzada del Emperador y sus poderosos Marines Espaciales que abandonaron Terra para retomar el territorio que la Humanidad había conquistado por las estrellas, y que se perdió durante las eras oscuras previas al Imperio. Una época llena de heroicidad, valor y esperanza que por un tiempo unió a toda la raza humana bajo un mismo estandarte y acabó con todas las amenazas a las que hizo frente. Las fuerzas del Emperador recuperaron a sus poderosos comandantes, los Primarcas, que se hicieron con el control de las poderosas legiones de Marines Espaciales, dispersándose por la galaxia, unificando y consolidando el poder del Imperio.




Akherón fue descubierto durante esos días gloriosos. Cubierto de espesas junglas y maravillosos mares de agua verdosa, el planeta escondía mucho más de lo que en principio nadie sospechaba. Al poco de aterrizar las naves del Emperador, fueron asaltados por Eldar vagabundos que habitaban el mundo en un preciso ataque coordinado. Rodeado de enemigos y con un puñado de Marines a sus órdenes, el Emperador se abrió camino hacia las posiciones de los atacantes, acabando con ellos con sus formidables habilidades psíquicas o con los certeros disparos de los bólteres de sus escoltas.

Que el Emperador hubiera centrado su atención en Akherón no era casual, el mundo estaba relativamente cerca de la frontera norte galáctica del Torbellino y sin embargo le rodeaba una calma en la disformidad que sólo podía indicar un poderoso ente psíquico en su superficie. Con su dorada armadura mellada y sus Marines con apenas munición, se adentraron hasta lo que podría ser considerado un puesto avanzado Eldar. Sus defensores protegieron con uñas y dientes el edificio principal, hasta el último de ellos vendió cara su vida pero fue inútil. El señor de la Humanidad finalmente abrió las puertas del sitio. Lo que allí descubrió lo dejó momentáneamente atónito. Los Eldar estaban protegiendo un monolito enorme de un color negro tan oscuro como una noche sin estrellas vista desde lo profundo de un pozo.

Sin perder tiempo empezó a analizar el artefacto, obra de manos alienígenas y según parecía ser, más antiguo que los propios Eldar. Durante cuatro largas semanas los equipos de análisis del Mechanicus monitorizaron toda la actividad que provenía del artefacto, sin resultados. Privado de tiempo para continuar sus investigaciones y con una ardua tarea relacionada con la Telaraña Eldar aguardándole en Terra, el Emperador tuvo que abandonar Akherón.

Designó a su mejor equipo de investigadores del sector al estudio del elemento alienígena, el planeta fue parcialmente deforestado y en su lugar se construyeron 6 magníficas ciudades colmena, manteniendo una cuarentena en la mitad que aún conservaba sus espesas junglas y fauna letal. Se llevó a cabo la creación de una instalación confidencial que respondía directamente al propio Adeptus Terra y el Emperador. Este abandonó el mundo, continuó su Gran Cruzada y volvió a Terra. El complejo quedó en manos del Magus Soka y una guarnición de Homo Sapiens rotundus, raza sub-humana comúnmente conocida como Squats.
Estos pasaron a ser los guardianes del artefacto.

La Gran Cruzada continuó para el resto de las fuerzas imperiales. El propio Emperador mantuvo en secreto este artefacto encontrado a todos sus comandantes, incluso a los más poderosos como Magnus u Horus, puesto que no se había logrado nada de Akherón para los momentos finales de la Gran Cruzada y como se hallaba apartado de rutas de tránsito habituales, permaneció ajeno al suceso de la Herejía de Horus, relativamente.



Las tropas de defensa del mundo empezaron a sufrir un montón de ataques de guerrilla de rebeldes, aprovisionándose y desmoralizando a los defensores de las mayores colmenas, hasta que finalmente estos inconformistas formaron autenticas huestes que querían independizarse del Imperio. La revuelta se extendió por Akherón, una amarga y constante guerra que dividió a las ciudades colmenas enfrentándolas entre ellas por el poder. 

Los traidores al Imperio finalmente se alzaron con el control, desmoralizando a los leales y empujándoles a las poderosas junglas del hemisferio occidental. Miles murieron a causa de la flora, la fauna o los ataques vengativos de los nuevos mandatarios de Akherón. Estos persiguieron a todos los leales que lograron escapar, cazándoles como a animales para mostrar a los fieles del Imperio que un nuevo orden se había instaurado. No volverían a ser oprimidos por el puño de hierro del Imperio.

Discretos y tenaces, los Squats defensores del complejo oculto lograron eliminar a las naves traidoras que se aproximaron demasiado al complejo así como a cualquier fuerza terrestre que se acercara mucho, haciéndolo sin levantar sospechas, como si la propia jungla fuera la encargada de hacer desaparecer a los que osaran internarse en ella. Esta situación se extendió durante años, hasta el día en que Horus cayó y el Emperador tuvo que ser confinado en el Trono Dorado para siempre.

Curiosamente entonces se registró el primer pulso del poder del artefacto. Medio enajenado por la edad pero sin cejar en sus tareas, Soka se dispuso a realizar la comunicación con el Adeptus Terra, totalmente ajeno a lo pasaba siquiera fuera de los muros de la instalación. Argrim Thurgrusson, señor de los Squats que durante tanto tiempo habían servido fielmente al Imperio se opuso a tal acto, les expondría abiertamente a las colmenas del mundo y la instalación sería atacada en consonancia. Eran unas pocas decenas de Squats y servidores para defender el complejo, no podrían hacerlo contra un ataque directo.

Desoyendo las palabras de Argrim, el Magus Soka realizó la comunicación y la respuesta no se hizo esperar, en menos de 30 horas las fuerzas gobernantes de Akherón se lanzaron contra la instalación, bombardeándola con artillería pesada y lanzando oleadas de ataques de tierra. Las tropas de Argrim Thurgrusson la defendieron valientemente durante dos largos días. 

Al final las murallas quebraron y las armas defensivas fueron silenciadas. Poco a poco fueron retrocediendo a los niveles superiores del complejo, hasta verse sitiados cerca del elevador principal. Este no funcionaba debido a que el bombardeo había destruido el generador principal, las tropas enemigas les rodeaban. Se mentalizaron para morir haciendo al enemigo pagar en sangre cada metro ganado.

El asalto final enemigo nunca llegó, los Marines Espaciales de los Puños Imperiales llegaron. Decenas de cápsulas habían caído rodeando el complejo mientras varias escuadras de Exterminadores habían sido desplegadas en los patios interiores, eliminando con brutal eficiencia a las tropas asaltantes y permitiendo a los Squats reorganizarse.


La Purga de Akherón

Tras aquello la ira vengativa del Imperio se cernió sobre el mundo de Akherón el M34. Casi toda la población de las colmenas fue purgada tras ser declarados traidores al Imperio, enviando a los potenciales psíquicos que se habían multiplicado en número a las Naves Negras e imponiendo un nuevo gobierno bajo la estricta mirada del Ministorum, que envió centenares de sacerdotes para imponer la fe imperial, evitando que Akherón retomara el mal camino nunca más.




Fueron duros años para las gentes del planeta, la población asignada al mundo era constantemente evaluada y se comprobaba su fidelidad de las más pintorescas formas, purgando sus almas en gigantescas piras donde eran incinerados por el menor de los descuidos.

Apartados de todo esto estuvieron los Squats, vueltos a ser mantenidos aparte en el anonimato, defendiendo el complejo en el interior de las densas junglas occidentales del mundo. Argrim Thurgrusson pudo presenciar la muerte del Magus Soka en un solemne funeral y como tomaba el relevo el Magus Tikrit, enviado expresamente de Marte para continuar la investigación.

Los poderosos bombardeos habían derrumbado partes del complejo que al ser reconstruidas mostraron al poderoso artefacto alienígena quebrado por una profunda grieta. Este hecho atrajo la atención de la Inquisición, que ordenó una investigación exhaustiva. Esta no arrojó demasiada luz pues pareciera que el monolítico elemento no hubiera sufrido un daño severo, pero todos se equivocaban.

Argrim advirtió al Magus sobre lo que el Emperador indicó a Soka antes de partir, la arquitectura alienígena no debe ser destruida ni dañada o las consecuencias podrían ser impredecibles. Esto no minó la determinación del Magus Tikrit, que se atrevió a tomar un pedazo del artefacto y mandarlo tranquilamente a un laboratorio orbital. Mientras la purga del planeta finalizaba y las ciudades colmena eran repobladas.

“Tened en cuenta mi advertencia, mi señor Tikrit, debe contenerse el artefacto para siempre.” 
Argrim Thurgrusson




La nueva Orden

Los siglos pasaron mientras la población de Akherón retomaba sus labores para con el Imperio. Tras la época de la Apostasía el Ordo Hereticus decidió instalarse permanentemente en el planeta y usarlo como un enclave para controlar la zona norte del Torbellino. Hasta en cinco ocasiones tuvo que realizarse una purga de la población que mostraba una imperiosa convicción contra el Imperio, y todas esas purgas acababan reduciendo drásticamente el número de habitantes del mundo que poco iba convirtiéndose en una especie de mundo maldito. 

La mutación y la traición empezaron a extenderse por las colmenas principales y esto obligó a lo que después se conocería como “la Purificación de Akherón”. Ocho capítulos de Marines Espaciales apoyaron a la Inquisición hasta retomar todas y cada unas de las ciudades masacrando a sus habitantes, fueran mutantes, traidores o leales. 

Finalmente dieron con el instigador principal, un miembro de la Legión Alfa simplemente conocido como Veles, un asesino frío y de una inteligencia prodigiosa hasta para los propios Marines Espaciales, que instigaba a la rebelión y emponzoñaba la mente de las gentes del mundo para alzarse en armas contra el Imperio que les oprimía, hostigaba y mataba.

Tras duros combates por todas las ciudades, su bastión en Kisin fue arrasado y desapareció de la superficie del mundo. Temiendo que hubiera decidido ocultarse se llevó a cabo un estudio exhaustivo de todas las zonas pobladas del planeta, se fortificó el complejo oculto de las zonas selváticas y se fundó la sagrada Orden de las Guardianas de Akherón, con un prodigioso y poderoso convento orbital desde el que las Hermanas de batalla del Adepta Sororitas vigilaría sin descanso que la mancha del Caos no volviera a extenderse de nuevo. A mediados del M37 el poderoso baluarte orbital era un hecho y durante los siguientes milenios reinó una relativa paz, una quebradiza calma que permitió a Akherón crecer y prosperar.




ADEPTA SORORITAS
Creado tras las reformas llevadas a cabo por Sebastian Thor en la Eclesiarquía en los últimos tiempos de la Era de la Apostasía, cuando las Hijas del Emperador se dividieron en dos órdenes: el Convento Prioris de Terra y el Convento Sanctorum de Ofelia VII.



Diezmo imperial

Librado de los males de las guerras internas, las constantes purgas y la destrucción de sus ciudades, Akherón se recuperó increíblemente rápido bajo la atenta mirada de la Inquisición y su brazo armado, las Hermanas de batalla. La producción creció a ritmos exponenciales así como su población, sin saber el oscuro secreto que se guardaba en Akherón del que solo unos pocos miembros de la Inquisición y el Adeptus Terra eran conocedores. Entonces se decidió aprovisionar a las fuerzas del mundo. 
Tres regimientos de la Guardia Imperial pasaron a formar parte de las guarniciones del planeta (uno de Catachán, uno de Vostroya, el más numeroso, y un orgulloso regimiento de Cadia), entrenando a la población local para cumplir con su obligación de servir al Imperio con el Diezmo Imperial y permitiendo que las tropas de defensa fueran parte de otros regimientos de lealtad más firme. Solemnes pactos fueron hechos y el mundo logró esa estabilidad que había ansiado durante tantos siglos previos a este pacto y la llegada de las Hermanas de batalla.




Las tropas de Vostroya se repartieron por todas las ciudades colmena mientras que el de Cadia pasó a ser la defensa principal de la capital del planeta, la ciudad colmena Kisin, centro del control del Gobernador Diloit. Las tropas de Catachán instalaron sus cuarteles en zonas selváticas limítrofes sin penetrar más allá de los límites de la cuarentena. Toda incursión curiosa acababa con la muerte de todos los miembros que participaban de manera inmediata y cruel.

Reaprovisionando el mundo y expandiendo su industria, las ciudades colmenas crecieron en poder cada vez más, generando más y más fábricas con las que generar armamento, piezas de reparación para la flota y las poderosas armas ligeras de infantería famosas en todo el sistema, los rifles láser Estigia, una valiosa y poderosa adquisición que sólo podía rivalizar en belleza con los que portaban los propios vostroyanos.

La constante cercanía del fenómeno galáctico conocido como el Torbellino hacía recelar del planeta tanto como de sus gentes, a las que consideraban manchadas por el Caos, llegando incluso a vivir en la paranoia de una rebelión inminente constante. Sólo los cadianos fueron más pragmáticos. Con su propio planeta natal frente al Ojo del Terror, con la constante amenaza de las Cruzadas Negras de Abaddon el Saqueador, señor de la Legión Negra que antaño estuviera bajo las propias órdenes del traidor Horus cuando aún se llamaban los Hijos de Horus milenios atrás, en la gloriosa época de la Gran Cruzada. 

El propio Gobernador apreciaba esa especie de hermandad con los miembros del regimiento de Cadia pero el Ordo Hereticus impidió cualquier tipo de relación duradera entre los mandos de ambas fuerzas. Los regimientos eran tanto una fuerza de defensa como una fuerza de disuasión contra cualquier tipo de rebelión, puesto que todas estas fuerzas obedecían en última estancia a las órdenes de los inquisidores y las Canonesas de las Hermanas de batalla.

La Inquisición no volvió a relajar sus deberes en Akherón y mantuvo bajo constante vigilancia a los mandos de los regimientos.



La mancha de Veles

Si las fuerzas imperiales pensaban que se habían librado de la corrupción que Veles estaba gestando estaban muy equivocados. Hacía mucho que el objetivo de Veles era tener acceso al complejo en cuarentena y a la preciada arquitectura de su interior.

Experto en el arte del engaño y el sigilo, el descubrimiento de tan poderosa creación alienígena había sido gracias a un golpe de suerte, ya que huyendo de la vengativa ira de los Astartes leales y las Hermanas de batalla se internó en la jungla. Tras largas semanas inspeccionando kilómetros y kilómetros de selva combatiendo a poderosas criaturas alcanzó los restos de una aeronave derribada varios siglos atrás. Inspeccionándola pudo comprobar que no había sido derribada por animal alguno, un tipo de armamento imperial había abierto el casco de par en par.

Había sido hacía muchísimo así que continuó su avance por la jungla durante semanas hasta que fue asaltado por un par de Squats vigilantes. Estos dudaron al verle pues desconocían que los miembros de la Legión Alfa hubieran pasado a ser considerados traidores. Estos segundos permitieron a Veles matar a todos menos a uno de los Squats, a quien malhirió pero permitió vivir lo suficiente para darse el placer de torturarlo hasta obtener la última de las verdades que aquella jungla ocultaba. Tras decapitarlo devoró su cerebro y pudo memorizar la situación del complejo. Pero ni siquiera con una escuadra de marines a sus órdenes podría siquiera infiltrarse.

Tras largos ratos meditando tomó una decisión y volvió a la zona poblada del planeta. Le llevaría meses regresar y ocultarse, años ganarse el poder necesario que antaño poseyó sobre este mundo y décadas para prepararlo todo, pero la culminación de su obra le reportaría un poder casi ilimitado y podría vengarse de odioso Imperio que había convertido a los suyos en poco más que proscritos.




- Vamos enano, dime lo que necesito saber y te aseguro que tu muerte será rápida y que tu cadáver no será profanado. – susurró Veles.

- ¿Por qué hace esto uno de los Marines Espaciales del Emperador? ¿Qué pecado hemos cometido? ¿Hemos fallado en nuestra labor?- Dijo entrecortadamente el Squat que empezaba a sangrar por la boca.

- Vuestro error ha sido servir al Emperador equivocado, el Emperador al que te refieres es un cadáver putrefacto condenado a negarnos nuestro derecho a gobernar las estrellas.

- ¿Qué es lo que quieres?

- Quiero muerte, quiero destrucción, quiero ver arder hasta el último de los mundos de este Imperio construido sobre mentiras y los cadáveres de valiosos héroes. Quiero ver el universo corromperse y estar rodeado por el Caos.

- Estás loco… jamás permitiré que eso pase.

- Oh, créeme pobre criatura, tú vas a ayudarme, tanto si vives como si mueres.


Los Squats

La Humanidad colonizó una gran variedad de mundos en su expansión original y, como era de esperar, muchos mundos dejaron su huella en las generaciones de personas que los habitaron. La aridez, el alto poder de la gravedad y los planetas con ricos recursos cerca del núcleo de la Galaxia dan a luz a gente resuelta, dura, los descendientes de los colonos que se establecieron allí durante la Era Oscura de la Tecnología. A diferencia de los Ratlings y los Ogretes, los Squat nunca llegaron a formar parte de las formaciones generales de la Guardia Imperial, mantuvieron cierta independencia cooperando con el Imperio.

Muchos pasaron a formar fuerzas regulares mercenarias bajo la protección del Imperio, manteniendo sus propios dominios en una especie de protectorado, el cual fue atacado por la flota Enjambre de los Tiránidos que acabaron con casi todos sus mundos, quedando casi relegados a viajar por las estrellas e incorporarse a formar parte de las fuerzas imperiales de los mundos que les acogieron como refugiados.

Antes de que la devastación de la Herejía de Horus arrasara toda la galaxia, los Squats poseían cierto prestigio por su lealtad, honradez y cooperación con el Imperio de la Humanidad. Muchos pasaron a formar élites para las misiones más arriesgadas o como fuerzas de apoyo para las largas guerras de desgaste que se llevaron a cabo durante la Gran Cruzada. Sin embargo, la traición de la mitad de las legiones del Emperador sentaba el precedente de que el Caos podía corromper incluso a los más fieles siervos, esto hizo aumentar el recelo contra todo lo que pudiera provenir de la disformidad, ya fuera hechicería o mutación. 

Purgas y limpiezas genéticas fueron hechas por todo el Imperio en un intento de evitar que tales calamidades como las ocurridas durante la Herejía volvieran a repetirse. Muchos de los Squats fueron acusados y posteriormente quemados en piras, les señalaban por de ser resultado de mutaciones relacionadas con la disformidad y otros cargos que Inquisidores fanáticos y dementes les imponían tras un hecho acaecido durante una poderosa tormenta de disforme que absorbió un mundo hogar y lo devolvió a la realidad cubierto de aberraciones y una variante de estos abhumanos que servía al Caos.

Los propios Squats tuvieron que limpiar su nombre por todos los territorios imperiales hasta que volvieron a ser aceptados entre las gentes imperiales, pero el daño ya estaba hecho. Muchos se retiraron al anonimato de sus fortalezas subterráneas en los apartados mundos hogar diseminados por las estrellas, recurriendo a la piratería y el pillaje en algunos casos, siendo mercenarios en otros. 

Hay registros de Squats trabajando para razas xenos tales como los Tau o los Eldar, que si bien son casos extremadamente esporádicos han sentado un precedente para el resto de su raza. Curiosamente los Squats son conocidos por su odio acérrimo a la raza piel verde de los Orkos, hacia los cuales sienten una aversión casi irracional, capaces de realizar los mayores sacrificios y actos de barbarie con tal de destruir a estos odiados enemigos.



Los Squats sobre Akheron

Durante la Gran Cruzada, una era dorada de heroísmo y victorias, el Emperador de la Humanidad junto a sus poderosas legiones viajó por las estrellas, erradicando a los xenos, reunificando los mundos humanos bajo el mismo estandarte y haciendo poderosos pactos.

Uno de dichos pactos fue el efectuado entre los Squats y el Imperio. Estos apoyarían a estos abhumanos y a cambio estos apoyarían el avance del Emperador por el núcleo galáctico contra los poderosos imperios Orkos que allí proliferaban. La expansión de la humanidad en aquellos sectores se aceleró de manera espectacular gracias al apoyo de los Squats, mucho más numerosos y poderosos entonces que en la actualidad.

Fueron años de heroicidades y victorias sobre sus cruentos oponentes, los beligerantes Orkos que intentaron varias ofensivas que se vieron frustradas gracias a las tácticas combinadas del Imperio con los Squats. Muchos de aquellos héroes fueron incorporados a las tropas imperiales durante lo que quedó de la Gran Cruzada. Uno de aquellos guerreros fue Argrim Thurgrusson, señor de la guerra de la Hermandad Diamantina, un inteligente y diestro líder que había salvado en varias ocasiones a destacamentos imperiales de morir a manos de Orkos y otros xenos peligrosos.

Él y sus fuerzas se unieron a las naves del propio Emperador y le acompañaron por todo el norte del fenómeno conocido como el Torbellino hasta que llegaron a Akherón. Lo que allí descubrieron perturbó a Argrim, que recomendó al Emperador de la humanidad encarecidamente abandonar aquel mundo tal y como lo habían encontrado. Por el contrario, el líder de la humanidad, orgulloso de sus habilidades decidió comprobar el origen de dicho artefacto.

Lo que allí fue revelado llegó a ser considerado de una importancia tan vital que sólo el Emperador sabía exactamente qué era y qué podía provocar aquella estructura. Sin tiempo para completar su estudio el Emperador tuvo que partir, dejando a los Squats al cargo de la defensa de la instalación que lo almacenaba. 

Leal y confiado, Argrim aceptó la responsabilidad de salvaguardarlo hasta la muerte. Entonces ocurrió la primera gran rebelión de Akherón y el complejo fue asaltado por miles de enemigos. Valientes más allá de toda duda, los soldados de Argrim y él mismo defendieron el lugar hasta que los Marines Espaciales de los Puños Imperiales aparecieron en escena, salvándoles de una muerte horriblemente violenta.

Con el paso de los años Argrim murió, lo hizo justo antes del fin de la Era de la Apostasía, antes de que el Ordo Hereticus tomara el control de la instalación, escudriñara a todos y cada uno de los Squats buscando signos de la disformidad y los convirtiera en una fuerza fanática al Imperio. Se forjó la sagrada Orden de las Guardianas de Akherón y ellas pasaron a ser parte principal de la línea de defensa del complejo que los Squats defendían, así como líderes de los regimientos de la Guardia Imperial que se desplegaron por el planeta.

Ahora los Squats formaban parte de la Inquisición.

4 comentarios:

  1. Me encanta el transfondo, ¿es completamente vuestro?
    Cuantas partidas a wh40k, BFG y epic se puede hacer. Incluso el juego de rol.
    Dios, que pena no vivir en Madrid y jugar con vosotros.

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    1. 100% Profanus40k basado en el universo fantástico de GW. jejeje
      La verdad que da para mil historias y batallas. Este queremos hacerlo más grandes y añadir el poder tener batallas de battlefleet gothic y demás para darle un enfoque especial.
      Sí, es una pena Ramon.

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  2. Chulísimo ese trasfondo chicos!

    Ganas de ver cómo montáis todo

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