"Juro que mataremos a todos y cada uno de vosotros que no abrace con toda su alma las bendiciones que el poderoso señor Kor Kaloth ha traído a vuestro mundo. Mil mundos han muerto y mil más caerán, antes de que nuestra venganza sobre el Imperio se vea cumplida. Esta galaxia es nuestra por derecho, ya la conquistamos una vez, esta vez sólo la reclamaremos."
Propaganda previa a la invasión por parte de la Legión de los Portadores de la Palabra
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La campaña: Ira de los Ancestrales avanza otro poco, hoy os traigo un pequeño avance del relato que se incluirá entre sus páginas. Eso sí puede que este sea el último avance que os muestro este mes respecto a esta campaña, próximamente toquen nuevas fotos de minis, cosas de Octarius y listas. Ya me decís qué os parece.
Las deflagraciones se producían a mi alrededor por todas las calles, el bombardeo había convertido la ciudad en un infierno de fuego y humo. Corrí por las calles, con los ojos llorosos y el corazón encogido, buscando un camino hacia una salvación que no existía.
Un grupo de personas estaba yendo por el fondo de la calle cuando una ráfaga de disparos tuvo lugar, reduciéndoles a todos menos a uno a pulpa sanguinolenta. Del humo apareció una figura enorme con una armadura de pesadilla, recubierta de adornos macabros, pinchos y textos con plegarias oscuras, se abalanzó a por el malherido que se arrastraba a toda prisa horrorizado por sus heridas y por la imponente mole que se acercaba con una espada sierra.
El guerrero de rojiza armadura y adornos de plata desgastada alzó al indefenso civil y su grito recorrió las calles con tanta fuerza que ni siquiera los alaridos de socorro de la persona que se revolvía ante su agarre pasaban de ser un susurro.- ¡¡Muerte a los siervos del cadáver de Terra!! ¡Por los verdaderos Dioses!- Y lo partió en dos de forma grotesca, con el sonido chirriante de metal cortando hueso, órganos y carne.
La mitad superior aún seguía teniendo convulsiones, manchando de sangre la armadura del imponente asesino que poco a poco se iba mezclando con el color normal de la misma. Tiró el torso destrozado del civil a un lado y clavó su cabeza en uno de los pinchos de su hombrera. Entonces me vio.
Paralizado por el terror intenté en vano alertar de la situación a todo el que estuviera cerca pero ningún sonido abandonó mis labios. Este se lanzó a la carrera a por mí. No sé de donde saqué fuerzas para salir corriendo pero lo hice. Torcí la primera esquina y me metí por un estrecho callejón, demasiado estrecho para aquella mole de guerrero. Por un instante me creía a salvo, noté mi hiperacelerada mente darse un milisegundo de calma, pero me equivocaba.
Este empezó a disparar su pistola de cartuchos explosivos, seguramente tipo bólter, por todo el corredor casi a ciegas. Tuve suerte de no ser alcanzado más que por parte de la metralla que provocaban las detonaciones de los impactos. Con el costado sollado y un agujero de un pulgar en una pierna, llegué al final del pasillo donde este se ensanchaba. Me deslicé por una ventana entreabierta a un cuarto vagamente iluminado y recobré el aliento.
- Gracias al Di- me iba a decir a mi mismo cuando la pared fue derribada de golpe. El terrorífico guerrero la había tirado abajo con algún tipo de explosivo y se alzaba ante mi, me quitó los dos cascotes que me cubrían y su mano se extendió para agarrarme. Iba a hacerme lo mismo que al otro hombre. Iba a morir...
- Hoy no, hereje.- Tronó detrás de mi asaltante que recibió un inmenso impacto que lo incrustó contra la pared a mi izquierda. Una figura idéntica pero de un perfecto negro con hombreras blancas y una gran cruz en imponente relieve se interpuso entre él y yo. Antes de que el guerrero pudiera levantarse recibió una cruenta descarga de disparos de la pistola del que yo esperaba que fuera mi salvador.
Con la armadura mellada fue levantándose, cogió su espada sierra y se lanzó a por el otro profiriendo alaridos ensordecedores. - Vengaremos Colchis, malditos perros del Falso Emperador.- La espada sierra rajó parte de la hombrera del guerrero de negro, destrozando sus increibles bordes y partiendo la cruz en relieve en dos. Este cargó peso sobre el hombro y placó al macabro gigante rojo. La pelea se hizo más y más espectacular a medida que el guerrero de rojo propinaba un certero cabezazo al casco de su oponente y de una patada en el pecho lo tiraba contra el suelo.
Este empezó a disparar contra las caderas de la armadura endemoniada, esta chirrió y el guerrero retrocedió, dando tiempo al otro a levantarse. Cargando su arma para una nueva salva, este perdió parte de su concentración sobre su oponente, o eso pensé yo, que para entonces me había deslizado entre unos tubos hasta una trampilla por la que me disponía a escapar. Este fallo fue fatal para él. El guerrero de armadura macabra fintó y clavó su espada sierra a la altura del cuello de su oponente, separando su cabeza del resto del cuerpo.
Diría que el cuerpo se desplomó, cayó y el inmenso asesino volvió a realizar su profano ritual para con el cadáver, diría que quizás no, que quizás otro vino a vengar a su compañero y acabó con el violento guerrero de rojo... pero para entonces yo ya cojeaba por las alcantarillas, lejos de aquel lugar de pesadilla.
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