Perturabo, el poderoso, paranoico y calculador señor de los Guerreros de Hierro, viene a nosotros en un libro de la serie Primarcas (Primarchs), con las historias de los guerreros más poderosos diseñados por el Emperador de la Humanidad. Arrancamos esta nueva serie de reseñas con él, aunque iremos ampliando poco a poco con los libros de otros primarcas: Magnus, Lorgar, Guilliman, Konrad, etc. Empecemos pues. ¡Hierro por dentro, Hierro por fuera!
Contexto
Estamos durante los sucesos acaecidos en el milenio 30º y en este caso el relato se centra en Perturabo, el paranoico y reservado primarca de los Guerreros de Hierro. Una gran mente lógica y diestro guerrero, que lideró a sus huestes en diversos frentes por la Gran Cruzada y que después volvió sus armas contra el Emperador de la Humanidad en la ya famosa Herejía de Horus.
La trama
-- Cuidado, SPOILER --
Comenzamos, como no podía ser de otra forma, por Perturabo, en su juventud en el distante mundo de Olympia (u Olimpia, que ya huele a cosas griegas), donde unos guerreros le escoltan cuando escala una loma escarpada hasta la ciudad amurallada de Lochos. En esta imponente ciudad se le lleva al palacio del tirano de Lochos, y este le pone a prueba: "Fórjame cosas, muchacho" le pide el Tirano, y este le forja una espada perfecta. "Ven, tengo mucho que enseñarte..." le vuelve a decir el tirano.
La historia nos lleva entonces hasta las fuerzas del Herrero de Guerra Dantioch, que está liderando a su Gran Batallón en una guerra de purga contra los Hrud. Esta guerra le está costando muy cara a los Guerreros de Hierro y los beneficios de las mismas no parecen demasiados: los Hrud son una extraña raza que altera el tiempo y el espacio a su alrededor, envejecen a los seres vivos cercanos a ellos de forma casi instantánea y desgastan los materiales, a todo eso se le suma una especie de escudo de distorsión biológico que, al estar quietos, les convierte en entes prácticamente invisibles. Todo esto, sumado a la lejanía de este frente respecto a las rutas estándar del Imperio, tiene a los Guerreros de Hierro luchando y muriendo en batallas distantes y de poca repercusión, ya que las guerras son en mundos de bajo valor estratégico... pero son las órdenes de Perturabo, cuya mente y orgullo no aceptan la derrota. Las batallas son extrañas y espectaculares, con armas que rompen el tejido espacio temporal, disparos que entran en fase y se materializan dentro de cuerpos y estructuras, y los Marines van amargándose poco a poco a medida que la picadora de carne que es la campaña de purga les va mellando, todo esto está llevando al límite de sus fuerzas a la Legión.
El relato, que va entremezclando estas dos líneas paralelas (Perturabo joven en Olimpia y Perturabo mayor campaña contra los Hrud) nos devuelve al "presente", pero en este caso haciendo foco en el primarca. En la nave insignia, el Sangre de Hierro, los Magos superiores del Mechanicum asignados a su expedición discuten con Perturabo las mejores formas de hacer frente este conflicto, ya que la flota está muy mermada y de prolongarse la contienda el Imperio tiene todas las cartas para perder. Tras un intenso debate, Perturabo opta por ser creativo apoyándose en uno de los acólitos de la reunión: avanzarán con una máquina que genera un gran campo de estasis, y como los Hrud aceleran el tiempo y lo distorsionan a su alrededor, se contrarrestarían... llega el momento de la lucha de verdad.
Ya en tierra, las fuerzas de los Guerreros de Hierro se están concentrando sobre la ciudadela principal de los Hrud en ese planeta: compañías y compañías se abren paso mientras los guerreros van muriendo contra los extraños efectos de los campos temporales Hrud y sus defensas. Como dice un guerrero antes de caer una página después: "diez Hrud a cambio de veintitrés legionarios, parece que la situación mejora". Los alienígenas (que en este caso son los humanos) se abren paso a tiros contra las armas extrañas de los Hrud que ignoran sus armaduras y barricadas. Más y más Guerreros de Hierro van cayendo cuando aparece Perturabo liderando una ofensiva desde el norte y una gran máquina aparece desde el sur. Rodeados por doquier, los Hrud se lanzan cuerpo a cuerpo, y comienza una carnicería contra los legionarios cuando se activa por fin la máquina. El tiempo, en vez de pararse, se mantiene como debería ser y ahora, por fin, los Guerreros de Hierro ven a través de los campos de entropía de los Hrud. La encarnizada lucha continúa y ahora son las fuerzas imperiales quienes se adentran en la fortaleza enemiga masacrando a estos repulsivo seres.
Volvemos entonces a Olimpia, la juventud de Perturabo y de cómo poco a poco ha ido almacenando rencor contra su "padre" adoptivo, el tirano de Lochos, por usarle para exhibirle y emplear sus artes para la guerra. El tirano le hace miembro de su familia, donde hace amistad con su hermana adoptiva, que llega a ser su confidente; pero un pequeño temor crece en él, pues el joven primarca le indica que un día llegará el responsable de su nacimiento (el Emperador, aunque aún no lo sabe nadie). Su vida continúa y llega a ser el señor de la guerra de su padre, el Tirano de Lochos, y cree que podrá iniciar una guerra que acabe con todas las guerras...
La trama nos devuelve al territorio Hrud, en este caso a Dantioch. Las fuerzas de Dantioch esperan un ataque de respuesta contra su fortaleza después de la dura batalla ganada por Perturabo gracias a sus armas temporales. La fortaleza del Herrero de Guerra está siendo asediada, cada vez con más intensidad, por fuerzas hostigadoras Hrud, pequeños grupos de estos seres que pueden atravesar paredes y de lejos son casi imperceptibles gracias a sus campos de entropía. La situación se va volviendo crítica hasta que la propia fortaleza va desmoronándose: el Herrero de Guerra y sus mejores guerreros logran retirarse hasta la torre vigía, la más céntrica, pero los guerrero que quedan defendiendo sus murallas mueren de formas diversas y horribles; algunos rejuvenecen tanto que sus implantes les matan, otros envejecen cientos de años en segundos, los humanos normales se convierten en polvo y otros en masas burbujeantes, todo a medida que más y más Hrud van rodeando su fortificación. Los Guerreros de Hierro acaban asumiendo la derrota, y el Herrero de Guerra y sus veteranos supervivientes escapan, solo han quedado seis de más de trescientos...
En el espacio, en otra zona del sector, la nave de Perturabo observa el mundo donde ganó la batalla a los Hrud, a pesar de que aún quedan retazos de estos enemigos y empieza a tener extrañas lecturas en un momento dado. Hay cada vez mayor cantidad de esos repulsivos Hrud en las inmediaciones, y sus "naves espaciales" se aproximan en gran número al mundo, asaltando algunas naves de los Guerreros de Hierro en el proceso. El propio mundo se resquebraja bajo ellos y su ciudad principal se alza al espacio de una forma imposible, rajando el mundo y haciendo que se desestabilice, sembrando la superficie de terremotos y cubriéndose de magma. Forrix ordena que la flota de los Guerreros de Hierro abra fuego contra la "ciudadela flotante" Hrud, pero Perturabo logra ver algo más en todo esto, y ordena a las naves la retirada inmediata. Esto provoca el caos, ya que las naves Hrud de golpe abren una fisura espacio temporal que empieza a extenderse. La nave de Perturabo, el Sangre de Hierro, huye y arroya en su escapada otra nave de su flota, pero finalmente también son alcanzados por la onda de choque temporal, que mata a muchos de sus servidores, algunos de sus marines y arruina parcialmente la impresionante nave de clase Gloriana. Tras una lenta y progresiva recuperación de los sistemas, la flota de los Guerreros de Hierro se reagrupa.
Dantioch, ajado por la edad y demacrado, se presenta ante Perturabo. El Guerrero de Hierro, ya un anciano, ha sido diagnosticado por los apotecarios con un envejecimiento prematuro estimado en más de tres mil años. Solicita al primarca que recapacite y que deje esa lucha sin sentido contra los Hrud, a lo que este responde degradándole, mandándole a una guarnición al quinto carajo y diciendo que los planes del Emperador son infalibles. Perturabo se aísla en sus aposentos durante días pensando en qué hacer y, cuando van a proceder a luchar de nuevo contra los Hrud, llega la noticia: Olimpia se ha rebelado contra el Imperio.
Lleno de frustración y mala leche, Perturabo y su flota regresan a Olimpia, donde la guarnición le informa de que hay conflictos entre facciones porque el tirano regente, su padre adoptivo, ha muerto y las diversas casas quieren hacerse con el poder. Perturabo pregunta al líder de la guarnición de 500 Guerreros de Hierro que por que c**ones no han hecho nada y, claro, este responde que aunque haya relatos en los que un solo marine conquiste un mundo, en este tiene que ser destruida Olimpia para mostrar que Perturabo, igual que el resto de "seres superiores" que son los primarcas, lo tienen muy chungo para gestionar las emociones o ser relativamente coherentes, así que no, que no han hecho nada. "Somos muy betas, mi señor. Yo hubiera querido actuar, si hubiera sido Ultramarine hubiese sido distinto, pero ay pobre de mí, soy un mero Guerrero de Hierro. Hierro dentro, Hierro fuera. Nunca me dijeron que el hierro se moviera solo sin que se maneje..."
Perturabo, lleno de rabia, ordena a la flota que bloquee Olimpia y desciende sobre una de las llanuras centrales, haciendo llamar a los representantes de cada ciudad (o antigua ciudad-estado). Estos acuden y Perturabo les ordena hacer llamar a todos sus señores y que se presenten ante él en un plazo de 24 horas. Quien rechace tal cosa, será exterminado. Los nobles llegan y sus banalidades y luchas internas por ser superiores a los demás asquean al primarca, que les exige ser diezmados (que aparte de ser aniquilar algo, aquí se emplea para decir que hagan un diezmo de sacrificio, que uno de cada diez sea eliminado por cada ciudad). Muchas ciudades se niegan y puesto que han pervertido el idea del Imperio para adaptarlo a ellos en vez de a la inversa, Perturabo ordena masacrar a los nobles y purgar Olimpia.
Ciudad a ciudad es arrasada mientras los propios Guerreros de Hierro van viendo como su mundo natal es arrasado por ellos mismos.Tras años enfrascados en guerras lejanas, sin demasiado honor, poco reconocidos y muy desgastados por las luchas contra los Hrud, muchos de ellos se ceban de forma desdeñosa con las gentes de su planeta de origen. Algunos guerreros acaban rebelándose y negándose a masacrar inocentes, pero son asesinados por sus compañeros más fieles al primarca. Al final, Perturabo acaba liderando la destrucción de Lochos, donde se encuentra con su hermana adoptiva, su antigua confidente, ahora anciana, que le pone los puntos sobre las íes.
Esta le espeta que en la vida no es como en los mangas, que no vale con esforzarse mucho y luego sentirlo muy fuerte, si nadie ve tus éxitos, nadie te los reconocerá, que hay que compartirlos, exhibirlos, ilustrar con el ejemplo, pero que el inteligente Perturabo siempre prefería hacer su arte y esconderse esperando el reconocimiento solo por estar, sin decir nada. "Lo siento, este libro es occidental" le dice finalmente la hermana, y Perturabo estalla de furia y le rompe el cuello. Tras eso una gran desazón hace presa de él y se avergüenza de sus propios actos. Forrix se lo encuentra llorando y le susurra, "acabas de convertirte en el primer primarca coherente de la saga de la Herejía de Horus". Tras llevarle de vuelta a la flota para que sus guerreros no pierdan la moral del todo por verle así de decaído, la purga de Olimpia cesa. Toca reconstruirla, y ocultar el pecado de Perturabo.
La novela acaba con el joven Perturabo, tras unificar Olimpia, subiendo a un monte muy alto y encontrándose con el Emperador, que ve en él un gran potencial, la fuerza para hacer cosas que otros ni soñarían, y que quiere que le acompañe a cumplir su sueño, conquistar las estrellas y acabar con las guerras. Henchido de orgullo, Perturabo acepta.
La historia nos lleva entonces hasta las fuerzas del Herrero de Guerra Dantioch, que está liderando a su Gran Batallón en una guerra de purga contra los Hrud. Esta guerra le está costando muy cara a los Guerreros de Hierro y los beneficios de las mismas no parecen demasiados: los Hrud son una extraña raza que altera el tiempo y el espacio a su alrededor, envejecen a los seres vivos cercanos a ellos de forma casi instantánea y desgastan los materiales, a todo eso se le suma una especie de escudo de distorsión biológico que, al estar quietos, les convierte en entes prácticamente invisibles. Todo esto, sumado a la lejanía de este frente respecto a las rutas estándar del Imperio, tiene a los Guerreros de Hierro luchando y muriendo en batallas distantes y de poca repercusión, ya que las guerras son en mundos de bajo valor estratégico... pero son las órdenes de Perturabo, cuya mente y orgullo no aceptan la derrota. Las batallas son extrañas y espectaculares, con armas que rompen el tejido espacio temporal, disparos que entran en fase y se materializan dentro de cuerpos y estructuras, y los Marines van amargándose poco a poco a medida que la picadora de carne que es la campaña de purga les va mellando, todo esto está llevando al límite de sus fuerzas a la Legión.
El relato, que va entremezclando estas dos líneas paralelas (Perturabo joven en Olimpia y Perturabo mayor campaña contra los Hrud) nos devuelve al "presente", pero en este caso haciendo foco en el primarca. En la nave insignia, el Sangre de Hierro, los Magos superiores del Mechanicum asignados a su expedición discuten con Perturabo las mejores formas de hacer frente este conflicto, ya que la flota está muy mermada y de prolongarse la contienda el Imperio tiene todas las cartas para perder. Tras un intenso debate, Perturabo opta por ser creativo apoyándose en uno de los acólitos de la reunión: avanzarán con una máquina que genera un gran campo de estasis, y como los Hrud aceleran el tiempo y lo distorsionan a su alrededor, se contrarrestarían... llega el momento de la lucha de verdad.
Ya en tierra, las fuerzas de los Guerreros de Hierro se están concentrando sobre la ciudadela principal de los Hrud en ese planeta: compañías y compañías se abren paso mientras los guerreros van muriendo contra los extraños efectos de los campos temporales Hrud y sus defensas. Como dice un guerrero antes de caer una página después: "diez Hrud a cambio de veintitrés legionarios, parece que la situación mejora". Los alienígenas (que en este caso son los humanos) se abren paso a tiros contra las armas extrañas de los Hrud que ignoran sus armaduras y barricadas. Más y más Guerreros de Hierro van cayendo cuando aparece Perturabo liderando una ofensiva desde el norte y una gran máquina aparece desde el sur. Rodeados por doquier, los Hrud se lanzan cuerpo a cuerpo, y comienza una carnicería contra los legionarios cuando se activa por fin la máquina. El tiempo, en vez de pararse, se mantiene como debería ser y ahora, por fin, los Guerreros de Hierro ven a través de los campos de entropía de los Hrud. La encarnizada lucha continúa y ahora son las fuerzas imperiales quienes se adentran en la fortaleza enemiga masacrando a estos repulsivo seres.
Volvemos entonces a Olimpia, la juventud de Perturabo y de cómo poco a poco ha ido almacenando rencor contra su "padre" adoptivo, el tirano de Lochos, por usarle para exhibirle y emplear sus artes para la guerra. El tirano le hace miembro de su familia, donde hace amistad con su hermana adoptiva, que llega a ser su confidente; pero un pequeño temor crece en él, pues el joven primarca le indica que un día llegará el responsable de su nacimiento (el Emperador, aunque aún no lo sabe nadie). Su vida continúa y llega a ser el señor de la guerra de su padre, el Tirano de Lochos, y cree que podrá iniciar una guerra que acabe con todas las guerras...
Sí, esto es un Hrud... |
La trama nos devuelve al territorio Hrud, en este caso a Dantioch. Las fuerzas de Dantioch esperan un ataque de respuesta contra su fortaleza después de la dura batalla ganada por Perturabo gracias a sus armas temporales. La fortaleza del Herrero de Guerra está siendo asediada, cada vez con más intensidad, por fuerzas hostigadoras Hrud, pequeños grupos de estos seres que pueden atravesar paredes y de lejos son casi imperceptibles gracias a sus campos de entropía. La situación se va volviendo crítica hasta que la propia fortaleza va desmoronándose: el Herrero de Guerra y sus mejores guerreros logran retirarse hasta la torre vigía, la más céntrica, pero los guerrero que quedan defendiendo sus murallas mueren de formas diversas y horribles; algunos rejuvenecen tanto que sus implantes les matan, otros envejecen cientos de años en segundos, los humanos normales se convierten en polvo y otros en masas burbujeantes, todo a medida que más y más Hrud van rodeando su fortificación. Los Guerreros de Hierro acaban asumiendo la derrota, y el Herrero de Guerra y sus veteranos supervivientes escapan, solo han quedado seis de más de trescientos...
En el espacio, en otra zona del sector, la nave de Perturabo observa el mundo donde ganó la batalla a los Hrud, a pesar de que aún quedan retazos de estos enemigos y empieza a tener extrañas lecturas en un momento dado. Hay cada vez mayor cantidad de esos repulsivos Hrud en las inmediaciones, y sus "naves espaciales" se aproximan en gran número al mundo, asaltando algunas naves de los Guerreros de Hierro en el proceso. El propio mundo se resquebraja bajo ellos y su ciudad principal se alza al espacio de una forma imposible, rajando el mundo y haciendo que se desestabilice, sembrando la superficie de terremotos y cubriéndose de magma. Forrix ordena que la flota de los Guerreros de Hierro abra fuego contra la "ciudadela flotante" Hrud, pero Perturabo logra ver algo más en todo esto, y ordena a las naves la retirada inmediata. Esto provoca el caos, ya que las naves Hrud de golpe abren una fisura espacio temporal que empieza a extenderse. La nave de Perturabo, el Sangre de Hierro, huye y arroya en su escapada otra nave de su flota, pero finalmente también son alcanzados por la onda de choque temporal, que mata a muchos de sus servidores, algunos de sus marines y arruina parcialmente la impresionante nave de clase Gloriana. Tras una lenta y progresiva recuperación de los sistemas, la flota de los Guerreros de Hierro se reagrupa.
Dantioch, ajado por la edad y demacrado, se presenta ante Perturabo. El Guerrero de Hierro, ya un anciano, ha sido diagnosticado por los apotecarios con un envejecimiento prematuro estimado en más de tres mil años. Solicita al primarca que recapacite y que deje esa lucha sin sentido contra los Hrud, a lo que este responde degradándole, mandándole a una guarnición al quinto carajo y diciendo que los planes del Emperador son infalibles. Perturabo se aísla en sus aposentos durante días pensando en qué hacer y, cuando van a proceder a luchar de nuevo contra los Hrud, llega la noticia: Olimpia se ha rebelado contra el Imperio.
Lleno de frustración y mala leche, Perturabo y su flota regresan a Olimpia, donde la guarnición le informa de que hay conflictos entre facciones porque el tirano regente, su padre adoptivo, ha muerto y las diversas casas quieren hacerse con el poder. Perturabo pregunta al líder de la guarnición de 500 Guerreros de Hierro que por que c**ones no han hecho nada y, claro, este responde que aunque haya relatos en los que un solo marine conquiste un mundo, en este tiene que ser destruida Olimpia para mostrar que Perturabo, igual que el resto de "seres superiores" que son los primarcas, lo tienen muy chungo para gestionar las emociones o ser relativamente coherentes, así que no, que no han hecho nada. "Somos muy betas, mi señor. Yo hubiera querido actuar, si hubiera sido Ultramarine hubiese sido distinto, pero ay pobre de mí, soy un mero Guerrero de Hierro. Hierro dentro, Hierro fuera. Nunca me dijeron que el hierro se moviera solo sin que se maneje..."
Perturabo, lleno de rabia, ordena a la flota que bloquee Olimpia y desciende sobre una de las llanuras centrales, haciendo llamar a los representantes de cada ciudad (o antigua ciudad-estado). Estos acuden y Perturabo les ordena hacer llamar a todos sus señores y que se presenten ante él en un plazo de 24 horas. Quien rechace tal cosa, será exterminado. Los nobles llegan y sus banalidades y luchas internas por ser superiores a los demás asquean al primarca, que les exige ser diezmados (que aparte de ser aniquilar algo, aquí se emplea para decir que hagan un diezmo de sacrificio, que uno de cada diez sea eliminado por cada ciudad). Muchas ciudades se niegan y puesto que han pervertido el idea del Imperio para adaptarlo a ellos en vez de a la inversa, Perturabo ordena masacrar a los nobles y purgar Olimpia.
Ciudad a ciudad es arrasada mientras los propios Guerreros de Hierro van viendo como su mundo natal es arrasado por ellos mismos.Tras años enfrascados en guerras lejanas, sin demasiado honor, poco reconocidos y muy desgastados por las luchas contra los Hrud, muchos de ellos se ceban de forma desdeñosa con las gentes de su planeta de origen. Algunos guerreros acaban rebelándose y negándose a masacrar inocentes, pero son asesinados por sus compañeros más fieles al primarca. Al final, Perturabo acaba liderando la destrucción de Lochos, donde se encuentra con su hermana adoptiva, su antigua confidente, ahora anciana, que le pone los puntos sobre las íes.
Esta le espeta que en la vida no es como en los mangas, que no vale con esforzarse mucho y luego sentirlo muy fuerte, si nadie ve tus éxitos, nadie te los reconocerá, que hay que compartirlos, exhibirlos, ilustrar con el ejemplo, pero que el inteligente Perturabo siempre prefería hacer su arte y esconderse esperando el reconocimiento solo por estar, sin decir nada. "Lo siento, este libro es occidental" le dice finalmente la hermana, y Perturabo estalla de furia y le rompe el cuello. Tras eso una gran desazón hace presa de él y se avergüenza de sus propios actos. Forrix se lo encuentra llorando y le susurra, "acabas de convertirte en el primer primarca coherente de la saga de la Herejía de Horus". Tras llevarle de vuelta a la flota para que sus guerreros no pierdan la moral del todo por verle así de decaído, la purga de Olimpia cesa. Toca reconstruirla, y ocultar el pecado de Perturabo.
La novela acaba con el joven Perturabo, tras unificar Olimpia, subiendo a un monte muy alto y encontrándose con el Emperador, que ve en él un gran potencial, la fuerza para hacer cosas que otros ni soñarían, y que quiere que le acompañe a cumplir su sueño, conquistar las estrellas y acabar con las guerras. Henchido de orgullo, Perturabo acepta.
Opinión
Y así acaba la novela Primarca: Perturabo, el Martillo de Olimpia. ¿Qué decir? Una novela corta pero interesante. Es, de lo que he leído hasta la fecha, la aproximación más intensa a los Guerreros de Hierro y el propio primarca Perturabo de cuantas novelas he leído (y que podéis revisar en nuestro índice de reseñas, debajo). Desde como en su juventud va forjando su carácter hasta este periodo de la Gran Cruzada en el que lucha contra estos horrendos seres, los Hrud.
Cierto es que la forma en la que el personaje evoluciona no es de las que más me hayan gustado, no por como es, sino porque no me parece lógica en algunos puntos, pero el libro ofrece algo que no he encontrado en otros textos de guorchop: los Hrud. Esto seres, que pude leer por primera vez en la tercera edición del juego, siempre me han tenido un poco intrigado, los ponían como un terror completo y que las campañas contra ellos eran un auténtico infierno, y vaya si lo son. Las batallas contra ellos son espectaculares y suelen salirse de la norma habitual de las que hacen en la Biblioteca Negra sobre los Marines Espaciales. Además, eso de ver a las propias legiones frustradas, perdiendo, replegándose, derrotadas y masacradas, no es algo que se lea habitualmente, y es algo de agradecer, por la variedad más que nada.
Para cerrar diré que a pesar de que es una novela en inglés que no creo que salga en castellano, Perturabo, el Martillo de Olimpia, no deja de ser una lectura entretenida y con grandes detalles. Sigue teniendo a un primarca zurrao, tiros y muerte y alienígena chungos contra los que mola ver morir a puñaos de Marines.
Cierto es que la forma en la que el personaje evoluciona no es de las que más me hayan gustado, no por como es, sino porque no me parece lógica en algunos puntos, pero el libro ofrece algo que no he encontrado en otros textos de guorchop: los Hrud. Esto seres, que pude leer por primera vez en la tercera edición del juego, siempre me han tenido un poco intrigado, los ponían como un terror completo y que las campañas contra ellos eran un auténtico infierno, y vaya si lo son. Las batallas contra ellos son espectaculares y suelen salirse de la norma habitual de las que hacen en la Biblioteca Negra sobre los Marines Espaciales. Además, eso de ver a las propias legiones frustradas, perdiendo, replegándose, derrotadas y masacradas, no es algo que se lea habitualmente, y es algo de agradecer, por la variedad más que nada.
Para cerrar diré que a pesar de que es una novela en inglés que no creo que salga en castellano, Perturabo, el Martillo de Olimpia, no deja de ser una lectura entretenida y con grandes detalles. Sigue teniendo a un primarca zurrao, tiros y muerte y alienígena chungos contra los que mola ver morir a puñaos de Marines.
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Soy Orkímedes :3
ResponderEliminarLos hrud llegaron a ser vistos or la propia guorchop como una especie demasiado brutal que podía desvancar las historietas y trasfondo, especialmente de los astartes.
Por eso apenas se comenta gran cosa de ellos ni en codex ni otros libros.