Reseña - La Legión Negra (Black Legion review)

"Resurgidos de la vergüenza y las sombras... en negro y oro renacidos" - uno de los lemas de la Legión Negra, recitado por Iskandar Khayon

Muy buenas a todos, seguidores de Profanus40k y lectores ocasionales. Este verano ha caído en mi poder el audiolibro de la Biblioteca Negra con título "The Black Legion" del autor Aaron Dembski-Bowden, continuación del libro de la Garra de Horus, cuya reseña podéis leer aquí mismo, en Profanus40k. Pues bien, en esta novela se continúa con el relato de Iskandar Khayon, la Espada de Abaddon, conocido como Khayon el Negro. También podréis leer sobre Sigismund, el Primer Capitán de la Legión de los Puños Imperiales y Primer Gran Mariscal de los Templarios Negros.

== Cuidado, se desvela el final de la trama ==

La trama

En esta novela, como así atestigua Khayon, a quien da voz Jonathan Keeble, se relatan los hechos acaecidos desde la anterior hasta el comienzo de la que el Imperio conoce como primera Cruzada Negra de Abaddon el Saqueador, dando el punto de vista de los Marines Espaciales de la Legión Negra y, más concretamente, la suya propia.

Todo comienza con las pugnas por el poder dentro del Ojo del Terror donde la naciente Legión Negra va subiendo lentamente peldaños mientras se encuentra con bandas de guerra que prefieren masacrarles en lugar de subyugarse a Abaddon y unirse voluntariamente o apoyarle. Una de estas partidas de guerra es la llevada a cabo el Señor de las Huestes, un Guardia de Muerte que ha logrado reunir a un gran contingente de todas las Legiones Traidoras bajo su mando y rehusa unirse a la Legión Negra, es más, espera destruirla para ser el más poderoso del Ojo del Terror. Esto no puede ser por lo que Abaddon manda a Iskandar Khayon a asesinarlo ya que este es su asesino personal gracias a sus dotes psíquicas y gran voluntad, únicamente superadas por el propio Azhek Ahriman.

Todos sus intentos por acabar con el Señor de las Huestes han sido un fracaso y el que se nos expone (el 7º, de un año de proceso) falla también cuando este descubre que la psique de Khayon tiene el control de uno de los guardias de confianza del Señor de las Huestes. Tras su fracaso vuelve ante Abaddon quien le perdona pero le recrimina que su fallo es por culpa de su propia voluntad, que está quebrándose. Sin embargo no es algo que a priori deba retrasar los planes de Abaddon, que tiene pensado abandonar el Ojo del Terror (lugar al que llama "su prisión") para volver al Imperio y reclamarlo, ¡buscando venganza! (¡Muerte al Falso Emperador!). Es esta venganza la que hace que Abaddon tenga tantos aliados y la que guía a sus fuerzas, el Imperio debe ser suyo ya que son ellos los que lo han conquistado.

Intentan escapar del Ojo del Terror por uno de sus bordes pero las turbulencias son demasiado fuertes y destructivas y pierden a varios cruceros antes de ordenar el alto. Durante esa pausa para recomponer y agrupar a sus fuerzas en el borde del Occulus Maledictum aparace la flota del Señor de las Huestes; ambas fuerzas son parejas y el conflicto resultante puede acabar con ambas por lo que deciden reunirse en territorio neutral y enfrentar a sus campeones en combate singular. El Señor de las Huestes enfrenta a su campeón contra Khayon que parece estar al borde de la derrota cuando una flota desconocida entra en escena. Unos Marines Espectrales que les ofrecen ayudarles a atravesar los límites del Ojo a cambio de un sacrificio.

El Señor de las Huestes hace ofrendas grandiosas pero Abaddon ofrece algo superior aún. Cuando le preguntan qué ha ofrecido este responde "lo que necesiten", y estos Marines Espectrales se llevan con ellos a muchos de sus hechiceros-navegantes y demás pero ayudan a Abaddon y compañía a atravesar el Ojo del Terror, dejando atrás al Señor de las Huestes. El sacrificio es duro para Iskandar ya que pierde a su mentor a cambio, así como a decenas de buenos guerreros pero al fin llegan al espacio material. Han pasado muchos cientos de años desde que entraran en el Ojo del Terror y volver al espacio normal al principio les afecta, aunque no tienen demasiado tiempo para dejarse llevar...

La flota de los Templarios Negros les estaba esperando. Sigismund ha estado esperándoles cientos de años y piensa destruir a toda la escoria traidora que escape de su prisión en el Ojo del Terror. La batalla entre cruceros se sucede, con grandes daños en ambas flotas; Abaddon no puede permitirse este ataque de forma prolongada aunque posea el Espíritu Vengativo en su flota, por lo que realiza un asalto junto a sus mejores guerreros sobre el Cruzado Eterno, barcaza de los Templarios Negros donde Sigismund aguarda junto a sus hermanos de armas. Khayon es forzado a quedarse manejando el Espíritu Vengativo en la brutal batalla espacial mientras el asalto de Abaddon y sus fuerzas se sucede contra la barcaza.

Los Templarios son solo un Capítulo y la Legión Negra cuenta con muchísimos más efectivos y todos están sedientos de sangre. Creen que pueden tomar la barcaza, hasta que llegan donde Sigismund. Tras un breve rifi rafe, Abaddon y Sigismund se preparan para un duelo ritual de uno contra uno mientras las fuerzas de ambos guardan silencio. La descripción de Sigismund como el mejor duelista de la Gran Cruzada no es en vano, pero ya es viejo y muchos le creían muerto por la edad pero, como Iskandar comenta "el odio que siente por nosotros no le ha permitido morir, no con el deber inconcluso". Abaddon porta una espada de energía y la Garra de Horus (aún no tiene a la espada drach'nyen), Sigismund por su parte la espada negra. El combate se sucede, con ambos guerreros luchando de forma espectacular, la propia descripción que da Iskandar es intensa y apasionada, permitiendo al lector (u oyente) hacerse una gran idea del mismo. Mientras que Sigismund es hielo y precisión, Abaddon es fuego y pasión; se suceden los ataques y Khayon es consciente de que el viejo Sigismund solo posee una falla por culpa de la edad, y es que ahora es más lento. No más lento que un Marine sino que ya no tiene la asombrosa velocidad de antaño y ahora es igual de veloz que el resto de mortales. Se va a suceder el golpe final entre Abaddon y Sigismund y... aparece la flota del Señor de las Huestes.

Rodeados por los Templarios Negros por un lado y la flota del Señor de las Huestes por otro y con el Espíritu Vengativo dañado, Khayon ordena la dispersión de la flota y la retirada de las fuerzas del Cruzado Eterno. Mientras las naves van escapando adentrándose en el Inmaterium, el Espíritu debe esperar a que Abaddon y sus fuerzas vuelvan de asaltar la barcaza templaria, esto es aprovechado por el Señor de las Huestes, a quien Khayon no había podido matar, para asaltar el Espíritu. Khayon se enfrenta a él y tras un durísimo combate lleno de chicha (que no relato para quien quiera comprarse el libro o escucharse el audiolibro) al final gana. Abaddon retorna al Espíritu Vengativo, herido y relata a Iskandar su lucha con Sigismund.

Sigismund, viendo que ganar limpiamente y salir indemne era imposible hizo lo único que podía hacer, lanzarse a la garra de Abaddon mientras que con su espada le atravesaba un costado y varios pulmones. Casi mata a Abaddon, por unos pocos milímetros, además de dejarle una cicatriz en el rostro que jamás desaparecerá. Era uno de los pocos guerreros leales al Emperador que Abaddon aún respetaba; en varias ocasiones le intenta convencer pero Sigismund es el más leal de los leales y la Legión Negra no eran más que traidores, no había más que hablar. Finalmente murió medio descuartizado por la garra de Horus de Abaddon mientras profería "morirás igual que tu repudiado padre; sin alma, atormentado y en la mayor de las vergüenzas". 

Abaddon sabía que los Templarios volvería, y no lo harían solos. Así que tras aplastar al Señor de las Huestes y sumar sus fuerzas a la Legión Negra y sus aliados, con el cadáver de Sigismund y una nave templaria prepararan una especie de altar con el Gran Mariscal en dirección a Terra. Khayon es ordenado para gravar la espada de Sigismund con un mensaje y después cargan la nave de servidores y la mandan de vuelta al eje del Imperio, donde los Altos Señores podrían ver el mensaje, lo que Iskandar Khayon llama "declaración de guerra", ya que para que haya guerra, esta debe ser declarada. En la espada quedaron gravadas 2 simples palabras "Hemos vuelto". Después la Legión Negra va a hacerse con la espada demoníaca que luego el propio Abaddon llevaría en combate, Drach'nyen.

Y así da comienzo la Guerra Eterna, con un periodo que el Imperio conoce como Cruzada Negra pero que para Abaddon y sus fuerzas no es más que una escaramuza de las varias llevadas a cabo en su Guerra Eterna. 

Opinión

¿Qué decir? La verdad que son de las novelas sobre los Marines Espaciales del Caos que más me han gustado hasta la fecha, no solo por la acción sino por la perspectiva. ¿Cómo ves algo que te han enseñado que es malo como algo que simplemente tiene otro punto de vista? Aquí puedes encontrarlo. El propio Khayon es un mundo de contradicciones que se cuestiona incluso el por qué de muchas cosas en vez de ser el típico "somos marines, no pensamos, no sentimos, matar todo menos lo que nos interese y por el Emperador". No, aquí hay Marines del Caos, no palurdos invocademonios ni satánicos infernales sino guerreros con un propósito verosímil y mucha más humanidad que cualquier otra de sus variantes del lejano futuro del 40k.

Penas, alegrías, tristezas, motivaciones, odios... emociones. Vamos, la vertiente más humana de los Astartes queda reflejada en esta novela que recomiendo a todo fan de este universo por la gran inmersión que provee. Una pena que haya que esperar seguramente un año hasta la siguiente parte.

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