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16 de septiembre de 2014

Campaña: Guerra por Octarius - Actualizado 18/02/2015


Bienvenidos a La Guerra por Octarius, una campaña que Profanus40k está desarrollando para todo jugador fan de los Tiránidos y Orkos principalmente, con misiones temáticas, estratagemas de campaña, 'Chanchulloz Orkoz' y 'La madre de todaz laz batallaz'. Puede incluir apartados para que los Guardianes de la Muerte, el Caos e incluso los Eldar puedan tener algo que ver en el conflicto ¿Eres fan de las toñas entre alienígenas? Quizás esta sea tu campaña.


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Un poco de Historia:
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La Flota Enjambre Leviathan fue la última bioflota tiránida en penetrar en el espacio imperial. Atacó la franja sur de la galaxia en dos frentes como si se tratara de la mandíbula de alguna bestia galáctica. Aunque uno de los tentáculos de Leviathan fue bloqueado por contramedidas drásticas imperiales, el otro era demasiado poderoso para ser detenido. Viajó aún más por la galaxia conocida hasta que sus organismos de vanguardia detectaron el imperio Orko de Octarius. Esta rica fuente de biomasa no podía ser ignorada. La Flota Enjambre desvió su trayectoria y atacó los sistemas Orkos. Una gran porción del espacio estalló en una enorme guerra sin fin.

LA DESAPARICIÓN DE ORROK
A los Orkos poco les importa la comunicación interplanetaria más allá del lanzamiento de insultos a larga distancia y, por eso, el mundo originalmente imperial renombrado como Orrok no pudo hacer nada por prever su destino. Cuando las aberrantes bionaves tiránidas se amontonaron en el sistema y las esporas tiránidas empezaron a oscurecer los cielos, la reacción de los Orkos que habían conquistado Orrok fue mayormente de perplejidad. Se produjo un terrible estruendo sobre los asentamientos y chatarrerías de Orrok y los cielos se llenaron rápidamente de minas que lo oscurecieron. Los psíquicos Eztrambótikos de las tribus de Orrok empezaron a farfullar aterrorizados, algo se abría camino a sus espaldas, algo con un hambre infinita que se centraba en la carne orka como el ojo de un depredador famélico. Unos pocos intentaron dar el grito de alarma, pero ya era demasiado tarde para Orrok.

La tormenta estalló. Junto a la lluvia aparecieron un millón de minas espora y cada una de sus esporas de desembarco albergaba una progenie de organismos guerreros. Los Orkos apenas tuvieron tiempo de agarrar sus armas y encargarse de todo lo que quedaba en las redes de defensa de Orrok antes de que la invasión los alcanzara. Oleada tras oleada, los Gantes arremetieron contra las fortificaciones, antaño imperiales pero que ahora llevaban la marca de los pieles verdes. La tierra que había bajo sus pies se convirtió pronto en una manta de piedras color carmesí, de sangre y fluido alienígena.

Para la mente orka, la mejor forma de defensa es aplastar al enemigo hasta la muerte. No pasó mucho tiempo antes de que una marea de guerreros pieles verdes aullantes irrumpiera precipitadamente entre las hordas tiránidas. Los hiperagresivos Orkos encontraron a sus adversarios en la vanguardia de la horda tiránida. Miles de alienígenas de ambas razas murieron en cuestión de segundos, espadas y garras hundidas en sus víctimas. Los garrapatos carnívoros y los devoradores tiránidos se enzarzaron a ras de suelo, mientras que los Gantes y guerreros orkos se hacían trizas y se acuchillaban sin cesar. Se perdió toda clase de estrategia, sustituida por una furia ciega. Los kaudillos orkos y su corpulento séquito de Noblez cargaron contra las progenies de guerreros tiránidos y Cárnifex, aplastándose y rebanándose los miembros los unos a los otros. Los grandes garrapatos mamut bajaron sus colmillos y embistieron a los biotitanes, quienes saltaron sobre su nueva presa con tanta fuerza que hicieron temblar la tierra. A nivel microscópico, las células fágicas de los tiránidos combatían por consumir la agresiva expansión de las esporas orkas. En todas las zonas, a todas las escalas, entre todos y cada uno de los habitantes e invasores, Orrok estaba acosado por una gran guerra.

Cuando la imparable tormenta de minas espora cayo del cielo, todos y cada uno de los pieles verdes que había sobre Orrok se encontraron luchando por su vida. Muchos tiránidos fueron abatidos por las rebanadoras, garras de combate y balas, pero la horda no pudo ser aniquilada. Lenta e inevitablemente, los Tiránidos empezaron a obtener ventaja. Murmullos de pánico se extendieron por los ejércitos Orkos conforme se iban dando cuenta de que eran superados en número y rodeados. No había ningún sitio al que ir. Cuando cayó la noche, todos los pieles verdes que había sobre Orrok estaban muertos; sus cuerpos se reconstituían y se canalizaban hacia las bionaves para crear aún más Tiránidos.

La muerte había llegado al sector Octarius y los demás mundos no tardarían en entrar en conflicto.

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Material que de momento se puede ir viendo:






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