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2 de diciembre de 2019

Herejía de Horus: Garro 03 - La Carga del Deber (Burden of Duty) - Reseña (review)


Yabba-Dabba Do seguidores de la red y lectores ocasionales de Profanus40k. Continuamos con el relato de las aventuras de Garro Picapiedra en sus audiodramas que nos ha dejado la Biblioteca Negra y, cómo no, nos aproximaremos a ellas con un ligero toque de humor. Al final está siendo similar a las aventuras de Tarsus Corazón de Toro en la Era de Sigmar, una serie de singulares situaciones rodeadas de parafernalia y elementos dispersos. No tenemos a Mannfred, pero ya sabéis, como diría el bueno de Garro, "El Emperador protege".

Contexto

El bueno de Nathaniel Garro, un muchacho con larga melena y pómulos sonrosados, salió de Terra en busca de aventuras y acabó al servicio de Mortarion, el primarca de la Guardia de la Muerte, que a lo largo de años de guerra le provocaron una inmensa alopecia por estrés. Tras sus displicencias, fue marcado para morir en Istvaan III, pero escapó a bordo de la Eisenstein para avisar al Emperador de la traición de Horus. De camino, Dorn le recibió con los brazos abiertos pero con los puños cerrados. Tras todas estas aventuras, ahora es un Caballero Errante y, junto a sus nuevos amigos, Tylos Rubio y el capitán Macer, recorren la galaxia ayudando a Malcador, el Sigilita, en su misión de hacer de este universo, uno un poco más despótico. 

La trama

-- Cuidado, SPOILER --

Estamos en la Falange, la gigantesca nave-monasterio de los Puños Imperiales, sede del poder de Rogal Dorn en el universo y uno de los mayores y más poderosos ingenios creados por la humanidad y, en la oscuridad de la noche eterna que es el espacio, una diminuta cápsula espacial se aproxima a sus inmediaciones. No sabemos qué es, ni qué pasa, pero logra acoplarse sin levantar sospechas gracias a su sistemas de infiltración y libera a un guerrero.

Esta sombra, este "ninja sideral", atraviesa los corredores de la Falange sin que nadie le detecte, los Puños Imperiales que patrullan las salas son ajenos a su presencia. "La mejor seguridad del siglo trescientos treinta... y un huevo de pato." masculla la esquiva sombra en su senda hacia su objetivo: una cámara sellada con el logo en relieve de los Puños Imperiales. Inserta uno códigos secretos y "pissssss, fuuuuh, chuaaaaaan, plan", junto a otros sonidos de puertas blindadas con movimientos hidráulicos. En el interior aguardan los psíquicos de la Legión, los antiguos bibliotecarios, que ahora tienen prohibido usar sus poderes por el edicto de Nikaea.

Uno de ellos, de entre los seis psíquicos que han estado recluidos desde el edicto, alza la vista para ver al siniestro y esquivo visitante, arquea una ceja y habla sin temor: "¿Quién eres? Jamás vi tamaña alopecia...". Así, el guerrero avanza con paso firme hacia la luz y contesta: "Yo soy Garro, y he venido a por ti". Entonces se desata un poderoso debate, breve pero intenso, lleno de razones de peso antes de que Rogal Dorn entre en la sala y diga: "Garro, Garro, Garro... sabíamos que habías entrado y seguíamos tus movimientos". Garro, sin amilanarse le replica: "Si lo sabías, ¿por qué habéis tardado tanto?". Dorn no responde y se lo lleva a una sala aparte.

Allí, entre miraditas muy fuertes, Dorn pregunta que a qué se debe esta intromisión, y más siendo aliados, ya que podía haber llamado a la puerta y haber pedido las cosas. Garro dice que no puede contarle el motivo y que es capaz de morir si es necesario para no revelar lo que el Sigilita le ha pedido hacer, que solo el psíquico de la sala de meditación debe saberlo, y que ni siquiera un primarca puede estar enterado. "Es demasiado secreto, demasiado importante." comenta Garro. "¿No será una soberana gilipollez?" pregunta Dorn.

Garro, haciendo un esfuerzo titánico para mantener las comisuras de los labios rectas y no reírse a carcajadas, responde "N... no, claro que no, pff". "¿Es eso una risa?" dice Dorn, señalando. "Qué va, los Astartes no reímos, mi señor." responde raudo Garro. "Está bien", dice Dorn, "habla con el psíquico. Sé cuán dura es la carga del deber.". "Cierto es, hay que decir la frase o si no el título de este audiodrama no tendrá sentido: es la carga de mi deber, el deber es duro, y es una pesada carga. Yo, Rogal, siendo honesto, te diría qué es lo que le voy a decir a tu ex-bibliotecario, pero es que esta carga del deber...". "Buf, sí, es la carga del deber." responde Dorn. "La carga del deber, sí.", asiente Garro. "Es el deber, una carga, no ahondes, que tontería es refreír el aceite..."

Tras varias frases importantes más, Dorn le señala la puerta: "Procede guerrero, tú que cargas con tu deber, haz lo que debas.". Garro habla con el psíquico: "Debo reclutarte, porque tus poderes son importantes, y el oscuro secreto es... que como eres psíquico... ¡necesito tus poderes para luchar contra los traidores!". El psíquico duda, tamaño secreto es imposible de asumir, nadie más que Malcador y sus elegidos pueden saber tan crucial información, ojalá Horus, que digo, ojalá los Dioses del Caos, jamás se enteren de tan vital información para la supervivencia de la Humanidad.

El psíquico, apesadumbrado, dice que no dejará a su primarca. Que luchará con él hasta el final, aunque le tenga recluido, porque tiene que quedar claro que los Puños Imperiales son tercos y obstinados, firmes defensores de la Humanidad y de Terra. Cerrando los ojos y apretando sus puños dice su proclama: "Yo, con Dorn, hasta el fin." Dorn aparece y, con lágrimas en los ojos abraza a su guerrero. "No te preocupes hijo mío, ve a la sala apartada a meditar, que ya te usaré cuando me dé la gana a mí también saltarme el edicto de Nikaea."

Con una sonrisa, el psíquico entra de nuevo en su sala con los otros, Dorn se despide lanzando besos con la mano y, cuando la puerta se cierra del todo, echa la llave y la arroja al espacio después. Se gira hacia Garro con los ojos inyectados en salmorejo y le gruñe "Fuera de mi nave, calvo de las narices".

Garro sale de ella, echando antes la vista atrás y pensando "Es la carga del deber... vaya pérdida de tiempo el audiodrama...".



Opinión

Bueno, le he agregado un toque de humor para rellenar, ya que no hay mucho que rascar en este audiodrama muy plano y simplón. Al igual que el primero, este es un relato olvidable y que aporta muy poco, a menos que queráis ver como Dorn ahora no reparte bofetones como saludo. El resumen serio sería que Garro se infiltra para convencer al psíquico por sus poderes premonitorios y que le ayude en sus tareas de Caballero Errante, pero este quiere estar con Dorn que, aunque no usa psíquicos, los reserva para cuando toque.

La interpretación está muy lograda pero, como ya menciono arriba, la historia hace un poco aguas por todos lados, en ocasiones me parece que carece de sentido en general, pero bueno, os habéis entretenido unos minutos leyendo esto. Ale, a ver cuando llega la siguiente.

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