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1 de marzo de 2019

Herejía de Horus 51: Esclavos de la Oscuridad - Reseña (review)


El asalto a Terra se acerca, pero hay que volver a reunir al rebaño antes de que esto pueda producirse: Angron y Fulgrim ya son primarcas-demonio, y Horus ha sido herido en Beta-Garmon debido, en parte, al daño infringido por Leman Russ en su asalto contra él (Ver reseña de Wolfsbane). Queda en manos de Maloghurst, su heraldo, el poder convocar a sus aliados, que se hallan dispersos en sus propias guerras, corruptos ya por la insidiosa influencia del Caos.

Contexto

Estamos a finales del milenio 30.000, Horus, el Primarca en el que más confiaba el Emperador y Señor de la Guerra del Imperio, ha sido corrompido por el Caos y ha vuelto a la mitad de las Legiones traidoras, y del resto del Imperio, contra él. Ahora se desata lo que se conoce como Herejía de Horus... muchos han muerto, el Imperio arde, pero Horus ha sido herido y, mientras se recupera, sus esbirros deben reunirse para el asalto final... 


Trama

-- Cuidado, SPOILER --

Arrancamos con los Hijos de Horus atravesando a la carrera el Espíritu Vengativo. Tras la herida sufrida por Horus en su batalla contra Leman Russ (Ver reseña de Wolfsbane), ha vuelto a sufrir una herida por la batalla de Beta-Garmon. Antes de perder la conciencia, encarga a su heraldo, Maloghurst el Retorcido, el convocar a sus hermanos primarcas y reunirlos a todos en Ullanor, para atacar Terra. Tras eso queda recostado, malherido en su trono, mientras los apotecarios le atienden.

Maloghurst cumple la voluntad de su señor y va convocando primarcas. Mortarion pasa de su trasero y dice que le verá directamente en Terra (esta es la trama luego par que Nurgle les convierta en Marines de Plaga). Lorgar aparece con sus hijos del Capítulo de los Silentes (Unspoken), con el Capellán Carmesí al frente, Zardu Layak. Estos llegan a la nave y se percatan de que Horus no está bien, pero guardan las distancias, planteando el hecho de que si Horus cae... o puede caer, alguien debería tomar el testigo. Maloghurst les encarga la tarea de buscar a Fulgrim, desaparecido de la escena galáctica (recordemos Ángel Exterminatus), y traerlo a la reunión de Ullanor. Tras esto, y no sin problemas y sin que todos los primarcas le ninguneen un poco, Maloghurst ordena a Perturabo, el más colaborativo de los primarcas en esta novela, el traer a Angron para el asalto final a Terra.

Hasta este punto es el comienzo de los hechos de esta novela que después se divide en tramas paralelas. Yo intentaré que sea más lineal en conjunto: la escena se traslada a uno de los mundos de Ultramar; tras la batalla de Calth y el asalto de sus mundos por parte de los Portadores de la Palabra y los Devoradores de Mundos, Guilliman ha reagrupado a sus fuerzas, y está acabando con los traidores. Volk recibe a Argonis, un emisario de los Hijos de Horus, enviado para asegurar que se cumple la voluntad de Horus. Mientras continúan los combates contra la vanguardia Ultramarine, Argonis se reúne con Perturabo y este atiende a las órdenes del Señor de la Guerra: abandonan el mundo, no sin antes jugar un poco a la táctica de tierra quemada, y saltan a la disformidad. Hay que buscar a Angron. Durante su viaje sufren de un ataque disforme y Volk acaba internado en un Dreadnought.

En paralelo, Lorgar llega con Layak, su escolta de Anakatis y un pequeño contingente de Silentes a Orcus, un mundo muerto donde las fuerzas traidoras acceden a la Telaraña Eldar, vía un portal. Parece ser que esto lleva al corazón de la Telaraña, donde nació Slaanesh, el Príncipe Negro del Caos, señor de los Excesos. Por el camino se enfrentan a engendros y Custodios, aunque parecen ser creados por la propia Telaraña contra ellos. Al final llegan al reino de Slaanesh, un mundo de sensaciones extrañas y sonidos que desafían la cordura...

A todo esto, Maloghurst no se ha quedado quieto, intenta salvar a su Señor de la Guerra, al que ve cada vez más y más débil. Hay disputas internas en los Hijos de Horus, y se muestra como los vínculos entre las legiones se debilitan. Abaddon está por ahí de parranda y el resto del Mournival desconfía del pobre Retorcido. Finalmente, opta por un ritual en el que se medio-suicida para acceder a la disformidad, y buscar el alma de Horus, que está luchando contra fantasmas producidos por el Caos en una lucha eterna, puesto que no ha terminado de convertirse en su esclavo. Maloghurst intenta ayudarle, aunque acaba encadenando a su voluntad a un demonio que le cuenta todo lo dicho sobre Horus, por lo que se replantea sus prioridades. El demonio le cuenta que hasta que Horus no se rinda y les profese obediencia a los Dioses Oscuros, así seguirá... y de ser así finalmente, morirá.

Por su parte, Perturabo llega a un mundo forja, y allí se enfrenta a un demonio que le dice dónde está Angron. Sale a toda prisa hacia allá, pero antes de irse el demonio medio-posee a Volk. Llegan al mundo donde la XII legión, los Devoradores de Mundos, está reunida y ha arrasado la superficie de cabo a rabo. Los guerreros de Hierro despliegan a sus fuerzas, ya que para hacer que la legión de Angron les sigan, deben derrotarles primero. Tras el despliegue Khârn aparece, medio loco, diciéndoles que se marchen si no quieren morir. Los Guerreros de Hierro se niegan y comienza el asalto. Los cañones truenan y las barricadas se alzan, la idea es contener a los Devoradores de Mundos, no matarles, así que mientras los guerreros de Angron se estampan contra las fuerzas de Perturabo el cielo restalla y con un fulgor rojo, Angron, el Primarca demonio de Khorne, aparece en escena, gritando furioso. TODOS los Guerreros de Hierro se coordinan para dispararle y debilitarle, pero Angron parece imparable: destroza al circulo de hierro de Perturabo, mata a todo lo que se le arrima, ya sea amigo o enemigo, y finalmente llega ante el primarca de los Guerreros de Hierro.

Se sucede un desesperado combate donde el martillo Rompeforjas, con el cuál Perturabo, tras inflar a plomo a Angron, acaba reventando al Primarca demonio y dejándole malherido en el suelo; Angron se queja de que Perturabo es un cobarde, y este le espeta que es, y siempre ha sido, un esclavo. La flota de Ultramarines se acerca, y Perturabo debe llevarse a la flota dela XII legión con él... pero Angron necesita sangre. Así que se lía un combate espacial y, ya que Angron está bendecido por el caos, la muerte de da fuerza. Se trasladan a la disformidad al lado del planeta, cosa que sacude a los Ultramarines y a ellos les permite ir a Ullanor...

Mientras, en el mundo/plano de Slaanesh, los Portadores de la Palabra se abren paso hasta llegar ante Fulgrim, que está con N'Kari, un Guardián de los Secretos de Slaanesh, un gran demonio aterrador. Fulgrim ahora es un primcarda demonio, de cuerpo serpentino, con alas y a quien todo le da igual mucho y muy fuerte. Lorgar le pide que vaya con ellos a Terra, pero Fulgrim es demasiado hedonista ya para esas preocupaciones tan mundanas. Lorgar se la juega a Fulgrim haciendo que Layak diga su verdadero nombre y ponga en juego su alma para tenerlo atado a su voluntad. Se suceden muchas cosas estrafalarias y demenciales, pero Fulgrim claudica y es presa de la treta de Lorgar. Con un berrido descomunal llama a sus Hijos del Emperador, dispersos por el mundo de Slaanesh atendiendo solo al placer y al sufrimiento, que acuden a él vestidos con colores chillones y formas extrañas. Lorgar le detalla a Fulgrim su plan para derrocar a Horus, ya que no puede permitirse que un líder débil les guíe a Terra. Fulgrim acepta ayudarle en el complot, ya que no puede negarse. Rumbo a Ullanor.

Volviendo a la disformidad, Maloghurst trata con Horus, que sigue agarrado sentimentalmente a su periodo pre-Señor de la Guerra. El Retorcido le apuñala con un arma disforme y Horus se deshace... (plan alegoría de muerte de su "humanidad" y ahora es un esclavo total del Caos).

Sobre Ullanor, Horus desembarca con sus capitanes, espléndido, magnífico. Las armas de los Hijos del Emperador le apuntan con malicia sin que se cosque, y Lorgar y Fulgrim están preparados para darle lo suyo pero... al acercarse Lorgar a darle dos besos, plan Judas, Horus le arrea bien, le da un palizón y cuando va a levantarse le amenaza. No quiere volver a saber de él, es un asqueroso traidor de traidores. El traidor supremo. Entonces Layak mira a Lorgar, se acuerda de cómo le ha usado y le manda a la porra, libera a Fulgrim y se inclina ante Horus junto a sus guerreros. Gloria al Señor de la Guerra, solo Layak y su fuerza acompañarán a Horus por parte de los Portadores de la Palabra.

Todos se reúnen en orden, juntando a Magnus, Fulgrim, Angron, Perturabo junto a Horus. Con estos indicando que Alfarius estuve brevemente, aunque nadie había visto a ninguno de sus guerreros ni a sus fuerzas en la congregación. Todas las legiones coreando las victorias de Horus y exaltando a sus nuevos dioses, y gritando que el fin de la tiranía del Emperador estaba próxima. Larga vida al nuevo Emperador, ¡Horus Lupercal!

Cuando todos estuvieron congregados en la sala de mando, Alfarius aparece en solitario. Este le muestra información a Horus que exige saber donde están los guerreros prometidos... toda la información táctica de... El Sistema Solar. Mostrando todos sus resquicios y fallos. Y después se larga, desapareciendo de nuevo, haciendo un acto simbólico de que no participará "directamente" en el asalto a Terra.

Todo está listo, es hora del conflicto final.




Opinión

Muy buen audiolibro cargado de intrigas, complots, disformidad, demonios, corrupción y escenas épicas. La batalla de Perturabo contra Angron, y el macabro y excitante mundo donde se halla metido Fulgrim son añadidos muy chulos; la novela se centra mucho en los personajes no-primarcas y en sus interacciones, cabe destacar que en esta novela prima el politiqueo pero no deja de tener escenas memorables. Todo lo que acontece a Layak mola un montón, y la batalla Perturabo-Angron es una crónica de una victoria anunciada, además que refuerza el hecho de que... ¡en el siniestro futuro del trigésimo primer milenio solo hay tiros!

Es un audiolibro recomendable de más de 10 horas lleno de Caos, Caos y Caos. Se hace amena y cuenta cosas muy curiosas, pero el mensaje de fondo queda claro, todos los traidores ahora, aunque gradualmente, se han convertido en esclavos de los Dioses del Caos.

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